27 diciembre 2005

Confesiones de un payaso

Lo diré directamente: apoyo a Michelle Bachelet para la segunda vuelta. Ya pueden sacar sus cinceles y esculpir en mi frente la palabra traidor, y poner mi foto en los anaqueles del movimiento popular junto con el “Fanta”. Manuel Guerrero hijo se ha entregado, fácilmente, sin que se lo pidieran, nos ha dado la espalda ensuciando la memoria de su padre. Quemen mis escritos en la plaza pública, machaquen mis manos para no poder tocar nunca más guitarra junto con Michelle, borren mi apellido porque no lo merezco, cancelen mi nombre de pila, pues mi padre, abuelo y bisabuelo, todos revolucionarios, se llamaban Manuel. Quítenme a mis hijas, porque ya no represento al hombre nuevo.

El tribunal de la historia se ha pronunciado: “De lo que podemos estar orgullosos los seguidores del Juntos Podemos es haber levantado un programa que involucra a la mayoría del pueblo chileno, muchos desgraciadamente factores han impedido que esto se vea reflejado en esta reciente elección, pero sin duda para nosotros se instaló la idea de soñar con los pies en la tierra, ya se sembró la semilla que tarde o temprano fructificará, porque estamos seguros de que tenemos la razón porque estamos y seguiremos estando orgullosos de nuestro pasado y sus luchas, porque jamás olvidaremos a nuestros héroes. Y en lo personal estoy seguro de que Manuel jamás estaría en las posiciones actuales de su hijo, lo que debemos hacer es para siempre dejar de ser los tontos útiles para salvar no sé qué. El PC levantó una posición de solicitud que en nada acarrea agua para su lado pero si la acarrea para donde está la mayoría de los pobres y desamparados del país, para conservar nuestra naturaleza, para que los viejos se mueran al menos con dos chauchas más. Insisto nuestros héroes jamás se entregarían tan fácil como Manuel hijo. Ramón Núñez, DDHH”.

Pero, ¿qué sabes de mí y de mi padre, de nuestras resistencias y luchas diarias y permanentes? Te tomas muy a la ligera el derecho a enjuiciar a otros. Me siento absolutamente orgulloso de la lucha que ha llevado adelante el Partido Comunista, porque soy parte de esa lucha. Hablas de mi padre como un héroe que sería traicionado por su hijo por llamar a no anular. Probablemente eso te deje enormemente tranquilo: debes estar lleno, rodeado, de héroes, de mártires que te inspiran a enjuiciar a otros. Pero resulta que para mí no es sólo un héroe, sino mi padre ausente. Estuve preso junto con él a los seis años; viví mi infancia en el exilio con él viendo cómo saltaba en las noches entre gritos por la tortura que le aplicaron defendiendo su organización; pasé meses sin verlo por sus viajes llamando y organizando la solidaridad; me despedí de él en España en 1982 cuando decidió volver al país, a sabiendas que lo iban a matar; regresé a él en Santiago y volví a vivir la clandestinidad junto con él, acompañándolo a la formación del Movimiento Democrático Popular y la Agech; lo secuestraron a tres metros de mí, en mi colegio, y luego lo vi torturado y degollado; crecí haciendo denuncias semana a semana para que hubiera justicia, cosa que no he parado de hacer hasta hoy en todos los medios a que tengo acceso. A los quince años la CNI me tomó y me dio una golpiza quebrándome la nariz para que parara las denuncias...

En fin: ¿Quién eres tú para evaluarme? ¿Quién eres tú para elevar a mi padre a calidad de héroe, como si fuera una figura de bronce, que pertenece a un museo? ¿Qué vas a hacer mañana, el próximo año, en diez años más para que se haga justicia por mi padre ejecutado? Yo estaré, como he estado, en todos los frentes haciendo lo que corresponde, aun al costo de tener que soportar condenas superficiales y vulgares como la que me envías por el hecho de ejercer mi autonomía de decisión. ¿Crees que el llamado que estoy haciendo es un juego de niños? Corresponde a un análisis frío de la realidad, precisamente porque el 2006 tendremos un mejor escenario para que no suelten a los pocos responsables de crímenes de lesa humanidad condenados, con Bachelet que con Sebastián Piñera, pues al menos podremos ir donde ella para hacerle presente que se trata de su generación que se sacrificó por la democracia, haciendo fuerza para detener la rebaja de penas y que se avance en la resolución, con verdad, justicia y reparación, en todos los casos de violaciones de los derechos humanos. Y si lo miras desde un punto de vista regional, qué distinto es tener a una Presidenta socialista junto con los demás presidentes progresistas que ya han surgido en América del Sur, que dejar que la derecha pinochetista sume, al poder económico que ya ostenta, el Ejecutivo.

Pero me condenas y resulta que no sabes nada de mí, y menos de mi padre, de sus enseñanzas comunistas de política de alianzas, de juntar fuerzas y no quedarse jamás al margen, de sumar y no andar mirándose el ombligo. Creo que la petición que ha hecho el Partido Comunista es absolutamente justa y correcta. Jamás me opondría a ella. Trabajé firme por los candidatos del Podemos como Eduardo Contreras, ejemplo de coraje, profesionalismo y tolerancia en el trabajo por los derechos humanos. Y trabajaré firme para que seamos más los que estemos en la defensa y promoción de estos últimos, y no solo los familiares, como me ha tocado conocer. Creo en la vocación democrática de una gran izquierda, en la que quepan comunistas, socialistas e independientes y todas las sensibilidades e imaginarios que existan para mejorar, de forma concreta, y jamás empeorar las condiciones del pueblo de Chile.

Creo firmemente en cada una de las intervenciones que hago en todas partes. Las seguiré haciendo, sin ánimo de ser héroe, objetivo que no aporta en nada y que jamás ha debido formar parte de la cultura de izquierda, sino sólo consuelo de quienes para actuar necesitan destacarse a partir de la descalificación del otro. Busca mejores argumentos para sumar a tu posición, que dedicarte a denostar a los demás. El Partido Comunista de Chile y la izquierda históricamente han sido constructivos; lo demuestra la posición que ha adoptado en esta segunda vuelta, que es un tremendo avance, y que es el camino que hay que seguir para romper la exclusión, la victimización. No necesitamos héroes ni mártires, sino actores que luchan, desde la pluralidad de formas de lucha que se pueden dar. Sumar, no restar: es lo que vi en mi padre y su generación, y es lo que no veo en la condena que me envías.
No sólo debemos llenarnos de orgullo al levantar un programa como el Podemos. Debemos sentir la urgencia de reflexionar y hacer las cosas de tal modo que no sólo 7% nos apoye en esa tarea, y que el candidato popular no sea el de la ultraderecha. Aún hay muy poco para sentirse orgullosos: nos quedan la mayoría de nuestros compañeros detenidos desaparecidos, la juventud popular colmada en el narcotráfico y el consumo, los trabajadores del sector servicios hiperexplotados, y un largo etcétera. La lucha de la izquierda no es testimonial, debe ser efectiva, debe lograr hacer que las cosas se hagan. Busca un mejor blanco para elegir enemigos contra los cuales luchar. Se debe soñar, pero a condición de tomar las medidas que permitan que esos sueños se hagan realidad, buscando aliados aunque sea por un día, como lo enseñó alguien que inició la primera revolución de los trabajadores en el planeta. Pero tal vez eso ya lo has olvidado, porque estás más preocupado de mi padre héroe, que de su hijo luchador que no teme tomar riesgos, pero que está vivo para tomarlos por él.

Si has pasado por la represión, si le conoces la mano a nuestros enemigos tal como yo se las conozco y miles de chilenos más, resulta extraño que un compañero vivo utilice la memoria de otro compañero muerto para presionar a su hijo. Si consideras que estoy equivocado respecto de la segunda vuelta podrías haber elegido un mejor camino de enseñanza política que volverte mi verdugo, lanzándome el recuerdo de mi padre muerto en contra, que es lo que hacían nuestros victimarios. ¿Esa es la política de derechos humanos que promueves? ¿Volverte mi torturador psicológico porque en esta coyuntura pienso distinto de ti? Si mi padre, como dices con no sé qué autoridad, “jamás habría estado en las posiciones de su hijo”, lo máximo que hubiese hecho es conversar conmigo, argumentar, mostrarme la historia del movimiento obrero en eventos semejantes, me hubiera entregado algún libro o presentado un compañero para discutir e intercambiar ideas, y finalmente me hubiera dado una palmotada de hombre sabio, con un “luego verás que tenía razón”, aunque creo que en este trance me hubiera apoyado. Jamás me hubiera atormentado con la memoria de un muerto por las hordas fascistas. Jamás. Y yo tampoco lo haría con mi hijo ni con el hijo de cualquier persona.

Pena, angustia, rabia, impotencia me da haberte conocido hablando tan suelto de cuerpo sobre mi padre. Nuestra izquierda realmente ha de estar dañada para caer en esto... Sin embargo, estoy haciendo pública tu comunicación, para que la mayor cantidad de gente conozca tu posición. Yo te ayudaré en tu trabajo justiciero respecto de este payaso que se entrega tan fácil, payaso que no acepta sin embargo que le sigan poniendo la música para que haga su función de costumbre. Conmigo a la derecha sencillamente no, así de simple. Si puedes, te invito a nombre de los derechos humanos a pegarme un tiro en la calle por iluso y vendido, así tal vez reencuentre en otro espacio y dimensión el abrazo humano y no de héroe de mi padre que no termino de extrañar.


en diario La Nación

Respuesta al General (R) Rafael Villarroel por "Mesa Patria"


Con sorpresa y dolor he podido comprobar en la prensa matutina de este fin de semana de comienzos de octubre, que se me asocia falsamente a la constitución de una "Mesa Patria" o "Mesa de la Unidad Nacional" que tendría por objeto, en palabras del General (r) Rafael Villarroel, establecer que "nuestras instituciones armadas son inocentes y que los derechos humanos no son patrimonio de un grupo, sino de todos los chilenos".

Si bien agradezco infinatemente la disposición y entrega que tengan personeros de cualquier ámbito nacional para concretar actividades en que familiares de víctimas de la violencia política practicada en nuestro país en las décadas pasadas podamos entregar nuestro testimonio y ánimo de avanzar conjuntamente, con todos los sectores sin exclusión, en la construcción de un país en que el respeto y protección a la vida y los derechos humanos sean el piso desde el cual dialogar y cooperar, debo denunciar con indignación la instrumentalización de la que mi buena voluntad ha sido objeto por parte de las declaraciones del señalado General y de la organización que representa.

Esto, en tanto jamás he accedido a conformar una instancia que busque establecer la inocencia de las instituciones armadas en los casos de violaciones a los derechos humanos y terrorismo de estado en que participaron activamente funcionarios públicos de todas las ramas de la defensa nacional y civiles asociados a ellos.

¿Cómo podría suscribir o fomentar un espacio de ese tipo cuando mi padre fue secuestrado, torturado y finalmente degollado por funcionarios de Carabineros y dicha institución, como ocurrió con el Director General de Carabineros Rodolfo Stange, jamás ha reconocido su responsabilidad ni tampoco ha colaborado con la búsqueda de la verdad y la justicia? ¿Cómo podría exculpar de responsabilidad a la Marina si en 1976 fui torturado, a los seis años de edad –como lo constata el Informe Valech-, junto a mi madre y mi hermana en el Fuerte Silva Palma? ¿Cómo podría obviar que mi padre estuvo detenido desaparecido por meses en manos del temido Comando Conjunto, dirigido por la Fuerza Área, con la colaboración de agentes de todas las ramas de las Fuerzas Armadas? ¿Acaso se me pide que olvide a mis tíos detenidos-desaparacidos por parte de la DINA? General Villarroel, ¿cómo puede afirmar Usted la inocencia de las Fuerzas Armadas cuando el Estado chileno ha reconocido en documentos oficiales que se torturó a lo largo de todo el país en recintos de las instituciones que Usted quiere eximir de culpa? ¿Acaso no termina por comprender que la "Unidad Nacional" y la "Patria" no son conceptos vacíos que se utilizan al antojo, sino que están fracturados porque instituciones de todos los chilenos asesinaron a chilenos bajo el amparo del poder del Estado?

Yo seguiré abierto a conversar y a participar en cualquier instancia en que tenga la posibilidad de denunciar el exterminio, la masacre fríamente diseñada e implementada, con recursos humanos e infraestructura del Estado chileno, contra aquella parte de la población de Chile cuyo único pecado fue intentar construir una sociedad con justicia social y democracia, en la que los trabajadores y el pueblo tuvieran un rol protagónico como aún hoy no tienen.

No utilice nuestro dolor y entusiasmo verdaderamente patriótico para tratar de cambiar algo que la historia ya ha sancionado. No arrastre con ese interés a las nuevas generaciones de chilenos que dice representar. Asuma su responsabilidad, desmárquese de los asesinos, colabore con la justicia para que encontremos a todos los detenidos desaparecidos y ayúdenos a que los culpables de tanto crimen cumplan el castigo que se merecen, entre otras cosas por manchar con sangre chilena el uniforme de nuestras instituciones armadas. Sólo con verdad y justicia habrá nuevamente Patria y Unidad Nacional.

La cruzada de la mala hierba


Quizás lo que diga a continuación, motivado tanto por el documental "Actores Secundarios", como por las reacciones posteriores, pueda sonar un poco burdo y básico, pero me excuso en que se trata de una comunicación informal bastante íntima y algo autorreferente (todo testimonio lo es), y no un ensayo cuyos supuestos y operaciones requieran ser mayormente fundamentados.

Personalmente creo que la mala hierba nunca muere. Y parte de la mala hierba somos nosotros los “actores secundarios” (título del documental muy sugerente, más allá del contenido melancólico, del todo legítimo por lo demás, con el que a poco andar fue siendo llenado en la sala de edición). Para mí, el que la mayoría de aquellos que fuimos sigamos siendo, estemos vivos y cuerdos (cual más, cual menos) es todo un triunfo.

Como la mala hierba, a pesar de los pesares, no nos pudieron exterminar. Podríamos sospechar, como los autores alemanes que se lamentaban de que los nazis no les quemaron sus libros, de que esta sobrevivencia es un signo de que nos fue permitido, ex profeso, vivir. En tal caso, nuestra vida ya no sería nuestra, sino como le ocurrió a los delatores, viviríamos de prestado, funcionales máquinas sin libre albedrío. Replicantes, como en Blade Runner.

Con todo el tiempo que ha pasado no me siento que se me haya favorecido con el don de la sobrevivencia para ser un replicante. Sí, es verdad, hay gente que tiene cargos y negocios, y la transición ha sido su mina de oro, y en justicia (quizá) otros, más entregados y sacrificados a la causa, debieran estar ahí. No he sido invitado a esa fiesta, no pongo la música, pero tampoco –ay, dolor, porqué digo esto- me interesa.

Y claro, tengo que trabajar como bruto, desvivirme en la angustia por la salud de mis hijas, enrabiarme por las pequeñas injusticias cotidianas a que es (soy) sometido el vulgo, etc. Pero esa historia no es sólo mía, sino de toda mi familia por generaciones. “Mi gente” ha sido, durante dos siglos, explotada. Claro, mi bisabuelo era artesano zapatero, mi abuelo periodista autodidacta, mi padre profesor normalista, yo profesor universitario.

Pareciera que hay “movilidad social”, pero la verdad es que no. Sólo ha cambiado la escala, y yo, respecto de quienes están en el cinco por ciento superior de la distribución del ingreso en Chile, sigo siendo un proletario de mierda, que tiene que trabajar de sol a sol (en realidad de iluminación artificial a iluminación artificial) para poder comprarme ¡tres libros! al mes y asegurar mis condiciones materiales de existencia (comer, vestirme, dormir).

No conozco otra vida. No me enorgullece para nada (no ando con casco de obrero ni overol para saber que soy tal), pero eso es lo que soy, eso fue mi viejo, su padre y su abuelo. Es un dato de la causa, nada más. Pero tampoco nada menos. Y todavía tengo el bichito de que esto no tiene porqué seguir así. Por todo el oro del mundo no quiero que mis tres hijas tengan que trabajar catorce horas diarias para tratar de vivir decentemente. Es más, para mí mismo no quiero esta realidad de no tener tiempo para tomarme MI tiempo.

Tampoco quiero que el esfuerzo de mis antepasados, de darme herramientas de lo que antiguamente llamábamos “conciencia de clase”, quede a medio camino. Me sigo preparando, leyendo, discutiendo, haciendo flexiones y saliendo a trotar (¡en serio!) para cuando sea necesario. Y gasto lo que consigo con el sudor de mi frente en conciertos, discos, libros, viajes al sur, etc., porque también nos pertenece lo que la humanidad produce.

A mi hija mayor no le canto “A las barricadas”, pero escuchamos Molotov, nos conmovemos con Manu Chao y Bersuit Bergarabat, y discutimos sobre la puesta en escena de Kraftwerk o lo fome que fueron los Chemical Brothers. Le pido que me acompañe a despedir los restos de Luis Advis y le explico su aporte a la música docta chilena al hacer una cantata para los trabajadores del norte. Y creo que no sabe mucho sobre Karl Marx, pero sí tiene claro que la ciudad de Santiago está pésimamente diseñada, que hay especies en extinción, que la danza no tiene recursos suficientes para proyectarse, que a los mapucheperuanosbolivianoscoreanosychilenosensuecia se les quiere hacer desaparecer pues son diferentes y delatan, con su sola existencia, todo lo que se llevan los dueños de los diariosradioscanalesempresasarmasdrogasuniversidadesyprostitucióninfantil. En fin, a sus doce años la tiene bastante clara: que si no trabajamos nos vamos al coño, mientras otros se soban la guatita y van a la nievedesiertolagunasanrafaeleisladepascua.

¿Y no era de eso de lo que se trataba, hermanos y hermanas? Más allá o acá de la democratización de los centros de alumnos, de lo entretenido que es para cualquier generación tomarse su liceo y encerrar a los profes, más allá de lo que sentimos y gozamos haciendo lo que hicimos. Quizás suene feo y burdo (lo advertí): siempre se trató de lucha de clases. Al menos para una parte importante del movimiento social del que formamos parte. Y esa causa no ha sido derrotada, pues el problema se mantiene tal cual ¿o alguno de ustedes pertenece al dos porciento superior del ingreso de este país? Da lo mismo el formato, la bandera, la edad, el gurú de turno, etc. El problema es el mismo, y nosotros también, a pesar de los pesares y de que ahora no andemos con el morral sino, algunos, con la Palm o conectados, en este momento, al ciberespacio, desde donde les mando un fuerte y cariñoso abrazo, de mucho ánimo y alegría, porque aún hay mucho que hacer y todos están bienvenidos a la cruzada de la mala hierba que nunca muere (porque para que muera tendría que morir el sistema que la engendra, pero esa ya es harina de otro costal).