13 julio 2007

Un obispo de verdad

OTORGAN NACIONALIDAD POR GRACIA A OBISPO HELMUT FRENZ

Por 52 votos a favor, 1 en contra y 6 abstenciones, la Cámara aprobó el proyecto que concede la nacionalidad chilena por gracia al pastor luterano Helmut Frenz. Dicho reconocimiento a su labor en favor de la defensa y promoción de los Derechos Humanos y de la paz en Chile.

La iniciativa, que quedó en condiciones de convertirse en ley, puesto que también fue aprobada por el Senado, y el texto se originó en una moción de los senadores Eduardo Frei y Jaime Naranjo.

El reconocimiento de nacionalidad por gracia que hoy fue aprobada es un justo precio a quien durante toda su vida defendió la vida, la democracia y el respeto a los derechos humanos den nuestro país.

A continuación parte de una entrevista que le hiciera la periodista Lucía Sepúlveda Ruiz, de la revista Punto Final:

¿Por qué dice que tiene un corazón chileno con pasaporte alemán?
“Mis lazos con Chile se construyeron en Concepción, en el campamento Lenin. (La dictadura rebautizó Población Diego Portales a esa toma de terrenos en el sector de Hualpencillo). El 8 de mayo del 70, un día de frío y lluvia, murieron dos niños y vi que había que hacer algo. Ese fue el punto de cambio de mi nacionalidad. Tuve que tomar una posición. Mi trabajo era partidista, porque tomó el partido de los que tuvieron que luchar hasta la elección de Allende. Yo nunca había leído siquiera el Manifiesto Comunista. Pero sí el Nuevo Testamento y el ejemplo del Buen Samaritano”.
En la entrevista que sostuvo la delegación internacional de personalidades de derechos humanos con los diputados Juan Bustos y María Antonieta Saa y el senador Viera-Gallo, Frenz partió afirmando: “Debo admitir que estando tan lejos me faltan herramientas de análisis de la situación actual. Debo confiar en mis ojos, y admitir que no soy miembro de un partido político pero sí del partido más grande, el partido de los pobres, de los oprimidos, los torturados y los que padecen las consecuencias de una situación injusta. En Chile me he encontrado con los miembros de mi partido. Admito que estoy informado unilateralmente”.

¿Sigue siendo un hombre de iglesia?
“Para mí es importante decirle que sí, porque normalmente el público no se da cuenta que yo, en primer lugar, soy un cristiano. Mis argumentos se basan en la Biblia. El cristiano no puede ser apolítico porque el Evangelio también es muy político. Por supuesto, no quiero ser considerado un politiquero. Mi base es otra”.
(Antes de develar la placa recordatoria del Comité Pro Paz, el pastor luterano leyó un texto del profeta Isaías, el himno del Siervo de Dios, y rememoró a los obispos que han tenido la valentía de vivir con los pobres, como lo hizo monseñor Oscar Romero, de El Salvador).

LIBERADO POR
EL EJERCITO ROJO

¿Fue su familia determinante en su formación?
“Yo nací en el este de Alemania, en una ciudad que hoy forma parte de Polonia. Mi padre era empleado público y mi madre dueña de casa. Ellos pertenecían al partido nazi. Durante la guerra vivíamos en Berlín. A los diez años yo perdí el ojo derecho en un bombardeo. Mi hermano mayor estudiaba en un colegio de élite cuyo director era el propio Adolfo Hitler. A los once años, en febrero del 45, yo iba a entrar al colegio Napola, de las élites fascistas de nivel medio. Por suerte en mayo entraron en Berlín las tropas soviéticas. El Ejército Rojo me liberó de un porvenir horrible. Sin embargo, mis padres siguieron pensando lo mismo, como la mayoría de los alemanes de su generación. Nunca pude discutir el pasado con ellos, siempre se negaron. Decían ‘en la familia, nada de pasado’. Todo eso tuvo mucha influencia en mi destino.

En la enseñanza secundaria mis profesores eran en su mayoría ex nazis. Pero había un profesor de historia que pasó tres años en un campo de concentración. Lo queríamos mucho. Cuando estudié teología en la Universidad de Bonn, mis profesores eran teólogos famosos de la Iglesia Confesante, ya que en tiempos de los nazis la iglesia se dividió en dos facciones, la iglesia de ultraderecha y la de Izquierda, que era la Confesante, que trabajaba en la clandestinidad. Escondía judíos y comunistas. Esa fue mi suerte”.

EN EL GHETTO ALEMAN

¿Por qué vino a Chile?
“Mi esposa y yo dejamos Alemania porque habíamos oído hablar de los problemas del Tercer Mundo. Escogimos Chile por nuestros cuatro niños, porque en Argentina, Brasil o Paraguay tendríamos que haber ido a parroquias rurales y no queríamos mandarlos a escuelas lejanas. Fui destinado a Concepción, a la Deutsche Evangelische Kirche. Mi antecesor había desempeñado el cargo 35 años y era miembro del partido fascista dentro de la colonia alemana. Recibí de él una herencia muy pesada.

Todo el culto se hacía en alemán. Sólo sabíamos latín y nada de castellano. Me di cuenta que había llegado a un lugar que no tenía nada de Tercer Mundo: era el ghetto alemán. Era muy chocante, en el centro estaban sus negocios... Una vez me tocó una ceremonia nupcial. El templo estaba repleto, hacía mucho calor. Mientras leía el sermón vi avanzar a mi perro salchicha que mordió la cola del vestido de la novia. Terminé de leer muy rápido y fui a sacar a mi perro. Las mujeres se pusieron a gritar... Después de eso, me tomé seis meses para aprender español en la escuela de teología en Buenos Aires. A partir de mi regreso la misa se hizo en castellano. Así empezó a llegar otro tipo de gente a la parroquia y eso generó un choque en la asamblea general. Había una madre que decía que enseñar el Padre Nuestro en castellano era echarle perlas a los puercos. Así fue como salí del ghetto”.

¿Cómo llegó a ser la máxima autoridad en su iglesia?
“La iglesia luterana recién comenzaba a ser autónoma, y era primera vez que el sínodo elegía obispo. Yo era el teólogo y experto dentro de la iglesia. Ya me decían ‘pastor rojo’, por el campamento Lenin. En el campamento se requería atención de médicos; entonces hablé con el MIR, porque la Facultad de Medicina estaba en sus manos. Conocí a Miguel Enríquez, también a Pascal Allende.
El sínodo de la iglesia luterana fue un mes después de la elección del presidente Allende. Todos sabían el rumbo que tomaría Chile. Eramos tres candidatos. Yo era el más joven y era considerado izquierdista. Gané en la tercera vuelta. Nadie tuvo explicación para eso, yo tampoco. Cuando estoy muy ‘piadoso’ pienso que fue obra del Espíritu Santo. O quizás pensaron que si Chile iba a tener un presidente rojo, la iglesia debía tener un obispo igual”.

EXPERIENCIA EN DICTADURA

¿Cuál ha sido el momento más decisivo en su vida?
“Lo que más me ha golpeado en la vida fue mi expulsión de Chile. A mí no me interesaba hacer carrera en la iglesia ni en política. Se habían publicado en los diarios unas 600 firmas de feligreses solicitando que me fuera. Por eso, un periodista le preguntó a Pinochet cuándo me iba a expulsar, y él dijo: ‘Nosotros no nos mezclamos con las cosas de la iglesia’. Y yo le creí. Decidí ir a Ginebra a dejar mi informe. Ya tenía una nueva familia cristiana con un grupo de sacerdotes, monjas y laicos. El decreto de expulsión lo firmó el general César Benavides, entonces ministro del Interior. Willy Brandt, ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, y el senador Edward Kennedy, de Estados Unidos, intervinieron. Pero fue inútil. En Alemania fui nombrado secretario ejecutivo de Amnistía Internacional. Los abogados José Zalaquett y Hernán Montealegre, expulsados después, también estaban en Amnistía en Londres. Pudimos hacer más denuncias sobre Chile que antes...”

¿Cómo trataban a los refugiados en Chile, en tiempos de la Unidad Popular?
“Chile era una isla de libertad. Llegaron miles de refugiados, más que nada brasileños y uruguayos, 35 mil en total. La iglesia luterana era una iglesia rica y con proyectos de desarrollo para el Tercer Mundo. El presidente Allende convocó a las iglesias exponiendo el problema y nos hicimos cargo. En Concepción había avanzado el ecumenismo. En el Movimiento Familiar Cristiano yo participaba como teólogo invitado. Hacíamos también cultos ecuménicos en la Parroquia Universitaria con el padre Perico (Pedro Villagra), mi amigo. Allende al asumir dijo ‘yo no soy presidente sólo de los católicos sino de los evangélicos también’. Por eso, el 71 se hizo el primer Tédeum Ecuménico.

El 73 fundamos la Comisión Nacional de Ayuda a los Refugiados y después, el Comité de Defensa de los DD.HH. Pero el gobierno dijo que se encargaría de la defensa de los derechos humanos, y nos bautizó como Comité de Cooperación para la Paz en Chile. Fue disuelto a fines del 75, después de mi expulsión. Yo tenía un papel importante por ser enlace con la ayuda europea.

Mis feligreses me atacaron. Bruno Siebert, jefe de la Dina Metropolitana era miembro de mi congregación. Yo les decía: ‘escuchen el ejemplo del buen samaritano. Debemos ayudar’. Así comenzó, así llegué a ser ‘obispo rojo’.

Fui miembro del Movimiento Cristianos por el Socialismo, que en Alemania existe aún. Me di cuenta que la política de Salvador Allende tenía muchos aspectos humanos. ¿Por qué nadie se atreve a mencionar a Allende hoy? Yo lucho contra ese gran olvido. ¿Por qué hubo tantos miles de asesinados y torturados, desaparecidos y ejecutados? Porque trataron de realizar el sueño de una sociedad donde cada niño recibiera su medio litro de leche diario, donde todos tuvieran acceso al sistema de salud y una educación adecuada... Todos estos días he dicho que no se puede matar la memoria.
El Comité Pro Paz estaba en calle Santa Mónica, éramos más o menos doscientas personas, encargadas de documentación, área jurídica, salud y áreas clandestinas y subversivas, también. Cada sacerdote y monja tenía gente escondida que había que hacer entrar en las embajadas. Era fácil con México, Argentina, Costa Rica, Italia. Había dos embajadas cerradas, la Nunciatura y la de Alemania.
La alemana requería autorización de Willy Brandt, que finalmente la dio. A la Nunciatura entramos desde una casa vecina. Muchos de los refugiados, mujeres y hombres, habían estado presos y fueron víctimas de la tortura. Así me enteré del problema de la tortura”.

¿Qué actividades ha desarrollado desde su expulsión de Chile?
“Estuve diez años como secretario general de la sede de Amnistía Internacional en Bonn. Luego regresé a la iglesia, como pastor de una parroquia en Hamburgo. Los últimos cinco años fui comisionado de la iglesia para los refugiados. Me jubilaron el 31 de enero de 1998. En la fiesta de despedida, justo el 30, recibí una llamada de Joan Garcés por el juicio del padre Antonio Llidó. Me fui a declarar a Madrid”.
¿Qué sintió cuando arrestaron a Pinochet en Londres?

“Fue un momento de satisfacción. A nivel jurídico, tener a ese carajo bajo arresto domiciliario en Londres era lo máximo; está considerado a nivel internacional como el carnicero de los Andes. Declaré que con el obispo católico Fernando Ariztía le mostramos a Pinochet una foto del padre Llidó, y él nos dijo que no era cura, sino terrorista y que a comunistas y miristas había que torturarlos, para que ‘cantaran’. Ese testimonio fue muy importante porque el gobierno español estaba en contra de ese juicio, pero no pudo negarse porque Llidó era español”.

VOCERO DE LOS REFUGIADOS

¿Qué actividades desempeña ahora?
“Llevo cuatro años como director del Departamento de Refugiados del estado federal de Schleswig Holstein. Un año después de mi jubilación, el presidente del Parlamento del Estado me ofreció ese cargo. Buscaban alguien con autoridad, experiencia y que no requiriera sueldo. Yo acepté siempre que no significara trabajar dentro del nivel ejecutivo y que pudiera ser vocero de los refugiados y no del gobierno. Como director trabajo en forma independiente. Soy abogado de los extranjeros, sólo sujeto a la ley y a mi conciencia”.

¿Cuál es su diagnóstico de la situación chilena?

“Me temo que el próximo gobierno será de la UDI. Estamos viviendo momentos cruciales. Han entrado a la discusión sobre una solución para el conflicto de los derechos humanos. Pero no se puede poner punto final a la historia. La historia es como un río, se construye una represa pero no es el final. Después las aguas van a seguir…

Hay que escuchar la verdad en las voces de las víctimas y no en el Parlamento. La justicia se basa en leyes. Se habla de justicia con clemencia. ¿Qué es eso? Justicia con generosidad, tampoco. ¡Cuidado con ponerle adjetivos a la palabra justicia! Siempre va a limitarla. Comprendo que las víctimas del terrorismo de Estado digan ‘no estamos en venta’. Por cierto, también es necesario dar una reparación material. Pero es un solo paso, y se necesitan muchos pasos. La justicia actual está basada en leyes promulgadas por la dictadura. Deben terminar estas leyes de impunidad. Por eso suscribo las exigencias y demandas de la Comisión Etica Contra la Tortura. Y apoyo la instalación de una Comisión de Verdad, Justicia y Reparación integral”

Mis agradecimientos a Acnur aquí

12 julio 2007

La Suprema impasible

En las sociedades democráticas deben ser muy pocas las personas que estén dispuestas a defender argumentos que vayan en contra de la división de poderes del Estado, que junto a la constitución de los derechos fundamentales es uno de los principios que caracteriza el Estado de Derecho moderno, muy valorado ante las experiencias totalitarias que atravesaron el siglo XX. El equilibrio entre los diversos poderes y la existencia de un esquema de frenos y contrapesos, deben asegurar que ninguno de los órganos detentadores del poder público esté situado jerárquicamente por encima de los otros. Para que ello opere, sin embargo, han de existir mecanismos que protejan a cada poder contra la injerencia indebida de los otros en el ejercicio de sus atribuciones, al mismo tiempo que se hacen necesarios mecanismos de control recíproco entre los poderes estatales, a fin de que ninguno de ellos llegue a ejercer sus funciones de modo ilimitado. Existiendo tales mecanismos, el ejercicio de la autonomía de cada poder se vuelve en garantía de un Estado de Derecho maduro.

Chile ha tendido en los últimos años a acercarse a este ideal regulativo. Sin duda es muy distinta la forma en que operan los poderes del Estado en democracia que cómo lo hacían bajo dictadura. ¿Pero es ello suficiente? ¿La creciente autonomía de los poderes es indicador exclusivo para evaluar la madurez de un régimen democrático? Responder afirmartivamente implica sostener la primacía de lo formal por sobre contenidos materiales que, a mi juicio, también deben poseer las prácticas democráticas para preciarse de tales. Visto así, el régimen democrático chileno no solo no es perfecto, como cualquier democracia, sino tremendamente frágil.

Tomemos el caso del poder judicial. Éste, en forma persistente, salvo honrosas excepciones, pareciera tener por principio operativo la reproducción de la impunidad en casos de violaciones graves de Derechos Humanos. Y si suena exagerado y reiterativo el concepto de "impunidad", puedo asegurar que no es por causa de estar atrapado en una compulsión a la repetición de lo mismo, sino porque la práctica reiterada del máximo tribunal de la nación no ofrece muchas alternativas de descripción de su conducta. Es cosa de ver lo que acaba de resolver respecto del ex presidente Alberto Fujimori.

En efecto, a pesar de que el peruano-japonés enfrenta acusaciones de graves violaciones de Derechos Humanos y de corrupción, la Corte Suprema ha decidido rechazar su extradición al país vecino que lo reclama para juzgarlo. Y como ha insistido Amnistía Internacional, las autoridades chilenas tienen el deber según del derecho internacional de otorgar la extradición de Fujimori a Perú, o investigar las acusaciones de violaciones generalizadas y sistemáticas, que incluyen homicidios, desapariciones forzadas y torturas, prácticas de terrorismo de Estado de las cuales nuestro país tiene memoria cercana, por lo que es de suponer que sus poderes públicos poseen una sensibilidad especial ante su ocurrencia. Sin embargo, no es así. El Estado chileno no lo extradita y tampoco investiga, decisión con la que se vuelve cómplice de los efectos sociales de tales crímenes de lesa humanidad: la denegación de justicia a las víctimas.

Queda entredicho entonces la calidad de nuestra democracia. Pero la decisión, sin odio y sin amor, del juez Orlando Alvarez tiene al menos la virtud de dejar en claro que haber conquistado la autonomía de los poderes del Estado que estaban insoportablemente intervenidos durante la dictadura militar no es garantía suficiente para asegurar el ejercicio de una democracia como Dios manda. Pues mientras la protección y promoción de los Derechos Humanos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales no sea la columna vertebral, el piso ontológico básico del operar de los poderes públicos, no basta contentarse con que "las instituciones funcionen". Y para darse cuenta de aquello no se requiere volver al espíritu de las leyes de Montesquieu. Basta con asomarse a los testimonios de las familias peruanas que reclaman por el destino truncado de sus deudos. Claro, siempre y cuando se tenga la capacidad de padecer y sentir.

Publicado en El Mostrador

08 julio 2007

Una peli, un libro y un disco 3


UNA PELI: "LA DUCHA"
Continuando con el gusto por el cine oriental, esta vez recomiendo la película china -que conozco gracias a un amable regalo que me hizo mi querido primo Lucho Lalo- "La Ducha". Es de 1999, dirigida por -en aquellos años- joven Zhang Yang, que hasta ese entonces solo había dirigido video clips. 

La historia trata de un adulto joven exitoso, que vuelve del norte de China -polo de desarrollo económico en la región de Shenzhen- al hogar donde su hermano retrasado, con ocasión de un tarjeta que éste le hizo llegar donde se dibujó a sí mismo sentado junto al padre tendido. El hijo mayor, al creer que su padre había muerto, regresa y se da cuenta que su padre aún está vivo, y sigue a cargo de una casa de baños tradicional, en el que realiza junto a su hijo retrasado todas la tareas: masajes, lavados, mantención del local, etc. El hijo mayor se había ido de ahí precisamente para abandonar tal actividad, pero en este retorno descubre la magia de los baños comunitarios, de la amistad simple que une a los clientes, de los diálogos que se producen y van tejiendo las vidas humanas, todo lo cual está cada vez más ausente en las ciudades "desarrolladas". El padre lo invita a darse un baño, a lo que él responde que no, pues ya estaba
acostumbrado a la ducha. De ahí el simbolismo del título: lo individual, rápido, moderno, frente a lo tradicional, colectivo, lento.

La película está muy bien actuada, es muy sencilla en sus recursos, casi teatral. La historia se desenvuelve con sorpresas y con personajes bien caracterizados. Pero lo más hermoso -a mi gusto- es el trabajo con el agua, la importancia de este elemento de la vida, el culto y goce del agua que se de en los baños -como en los baños turcos a los que voy regularmente en Santiago, por herencia de nuestro tiempo en Hungría con mi padre cuando pequeño-. Y al mismo tiempo, la película deja la interrogante respecto del valor de la "modernización". ¿Para qué? ¿Qué sentido tiene? ¿La deseamos realmente?


UN LIBRO: "EL JUGADOR"
Novela breve psicológica del genial escritor ruso, Feodor Dostoievski, de 1866, en la que da cuenta -como en casi todos sus escritos- del periodo decadente de la aristocracia rusa, 
que vive por encima de sus posibilidades, 
pero es incapaz de afrontar su nueva realidad y adaptarse a ella. Pero ésta vez de manero muy cómica -hay pasajes, como en la entrada triunfal en andas de una dama de edad, que arrancan verdaderas carcajadas-.

El protagonista, Alexei, es el preceptor pobre, noble y honrado de la familia del general Zargoryansky. Está enamorado de su hijastra Polina, pero es tímido como para expresarle sus sentimientos. La tía del general pierde toda su fortuna en un casino por lo que el general Zargoryansky cae en el pánico de que no herederá nada. Alexei intenta revertir la situación lanzándose en forma compulsiva a jugar a la 
ruleta y comprueba
que puede ganar una fortuna, lo que logra, pero que la pierde cuando busca ganar más. Vuelve a jugar, gana y pierde, y queda enclavado en la psicología del jugador, volviéndose indiferente, perdiendo noción de la realidad, respirando y viviendo finalmenta por y para el juego, sin fin. Alexei ya es incapaz de controlar sus emociones, y como el borracho que acostumbra a comenzar cada nueva borrachera con un "mañana sí que lo dejo", se juramenta ante cada nuevo juego "Si pudiera dominarme durante una hora, sería capaz de cambiar mi destino". Pero no ha terminado la frase y ya se encuentra camino al casino nuevamente.

Cuentan que el propio Dostoievski era un jugador empedernido, por lo que el material de referencia que tuvo para trabajar su novela le viene de bien cerca. Lo excelente de su escrito es que no ofrece una lección moral de lo que describe, sino que simplemente muestra la caída de los personajes, la muda aceptación de su destino, al mismo tiempo que luchan sin mucha convicción contra él.

Ya no recuerdo muy bien como llegué a este texto, me parece que fue en el período en que viví el exilio en Suecia, ya preparando lentamente el retorno -la decisión, más que las maletas- a Chile. Sí tengo clarísimo que a Dostoievski llegué a través de dos fuentes: mi amigo Cristóbal, que lo reucerdo siempre con "Noches blancas" bajo el brazo. Y, buena, la excelente guía para "lectófilos" -¿existe esta palabra?- que es el libro de Henry Miller "Los libros de mi vida". 
En su listado aparecen tìtulos sueltos de los autores, pero en el caso de Dostoievski dice "Todo". Bueno, tiene toda la razón: todo Dostoievski es maravilloso. Gran libro!!!


UN DISCO: "APOSTROPHE (')" DE FRANK ZAPPA
Uf! ¿Cómo hablar de este genial disco y no quedar pequeños en el intento?
Editado en 1974, con Jack Bruce -el bajista y voz del mítico grupo Cream, de Eric Clapton-, el violinista eléctrico Jean-Luc Ponty, el baterista Aynsley Dunbar, en el sintetizador, piano y voces George Duke -músico de Al Jerreau, Quincy Jones y otros muchos-, en el saxo Napoleon Murphy Brock y Ian Underwood y en la percusión (marimbas) su pareja Ruth, entre un montón de músicos más.

Este disco llegó a mì cuando tenìa 14 años. En plena dictadura, bajo estado de sitio nos juntamos en casa de Álvaro, hermano de Cèsar el segundo compañero de mi madre, quien estudiaba por aquella época filosofía. Cada vez que nos reuníamos me consultaba por mis avances en guitarra clásica, y yo le contaba que lo único que deseaba era aprender a tocar blues como él. "No compadre", me decía, "improvisar puede luego cualquiera, pero lo que eres capaz de hacer solo lo logran muy pocos". La verdad es que nunca logró convencerme, sobre todo por la excelente música que escuchaba, que para mí era todo un mundo nuevo: jazz rock, fusión, y un estilo muy raro que no lograba catalogar, pero que se me pegò a la piel como una peste agradable -¿existen?-. "Qué es eso que escuchamos", le pregunté a César cuando volvimos a casa. "Weather Report", me dijo, "uno de los mejores grupos jazz de estos tiempos". Realmente sonaban bien, pero yo me refería al grupo donde había canto, relatos, chistes, risas, imitaciones. "Ah!, te refieres a Zappa!". Ahì lo conocí. A la visita siguiente Álvaro me regalò dos cassettes -aùn los tengo, son JVC de 90 minutos-: Uno de Weather Report y el otro de Frank Zappa. Pero solo el de WR venìa con el nombre, los mùsicos y los temas. El otro solo supe que era Zappa. Muchos años después, de hecho de vuelta acà en Chile, asocié el nombre Apóstrofe a ese maravilloso disco.

Se trata del primer disco de oro de Zappa, gracias al exitazo que alcanzó con el tema "No te comas la nieve amarilla" ("Don't Eat The Yellow Snow"). Tanto la mùsica como las letras son geniales e hilarantes, como "Comsmik Debris", donde se ríe de aquellos hippies que van a la moda y se compran sus "ponchos" en tiendas chic, presumiendo de "alternativos al sistema", cuando son los más integrados al mismo. Una crítica social irreverente, bueno, como todo Frank Zappa. Aquí va la letra -dicen que en los coros incluso participó Tina Turner-:

El Hombre Misterioso vino
Y dijo: "¡Soy el más bacán!"
Dijo, que por un cargo de servicio nominal
Podría alcanzar el nirvana esta noche
Si estaba listo, deseoso y capaz
De pagarle su sueldo regular
Dejaría el resto de sus asuntos
Y me dedicaría Su Atención
Pero yo dije...
Mira hermano
¿A quién estás liando con esos Escombros Cósmicos?
¿A quién estás liando con esos Escombros Cósmicos?
Mira hermano
No malgastes tu tiempo conmigo.

Bueno, el Hombre Misterioso se puso nervioso
Y se agitó un poco
Buscó en el bolsillo de su Chaqueta Misteriosa
Y sacó un equipo de afeitar
Yo pensé que era un cuchillo
Y una lata de maquillaje humeante
Pero él me dijo entonces
Cuando la tapa se abrió
Que no había nada que su caja no hiciera
Con el aceite de Afrodita
Y el polvo del Gran Wazoo
Dijo:
"¡Puede que no te lo creas, amiguito,
Pero te curará el asma también!"
Y yo dije...
Mira hermano
¿A quién estás liando con esos Escombros Cósmicos?
(Pero ¿qué clase de gurú eres tú?)
Mira hermano
No malgastes tu tiempo conmigo
No malgastes tu tiempo...

Tengo mis propios problemas, dije
Y tú no me puedes ayudar, así que
Coge tus meditaciones y tus preparados
Y métetelos por el hocico
"¡PERO TENGO UNA BOLA DE CRISTAL!"
Dijo
Y la sostuvo a la luz
Así que se la quité
Lejos de él
Y le enseñé cómo hacerlo bien.

Me liè un periódico a la cabeza
Para parecer Profundo
Dije unos Abracadabras
Le dije que se iba a dormir
Le robé los anillos
Y el reloj de bolsillo
Y todo lo que encontré
Tenía a ese mamón hipnotizado
No podía emitir ni un sonido
Entonces procedí a contarle su futuro
Mientras estaba ahí colgado
Dije
"El precio de la carne acaba de subir
Y tu vieja se acaba de agachar..."
Mira hermano
¿A quién estás liando con esos Escombros Cósmicos?
(¿Es un poncho de verdad,
O es un poncho de los almacenes Sears?)
No sabes que
Podrías ganar más dinero como carnicero
Así que no malgastes tu tiempo conmigo
(No lo malgastes
No malgastes tu tiempo conmigo...)
Om shanti, om shanti, om shanti-om
SHANTI