15 septiembre 2007

Despertando con Manu Chau


Hoy despertamos escuchando el último disco de Manu Chao. Y con la familia reunida en el desayuno a la cama, como corresponde a un rico sábado, nos volvimos pies, muchos pies. Si total el mundo parece estar patas arriba, o no?

Aprovechando la inspiración, a continuación transcribo una bella entrevista que dió Manu Chao, a "El Periódico", y que se llama "Mis ideas no valen más que las de la panadera". Qué bien encontrar personas creativas y destacadas que mantienen la humildad. Pues, como suele citar Fidel a Martí, "toda la gloria del mundo cabe dentro de un grano de maíz".

Una muestra de los temas los puedes escuchar en http://www.manuchao.net/

Que tengan un buen arranque de fin de semana, y feliz 18!
Manu G.
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MIS IDEAS NO VALEN MÁS QUE LAS DE LA PANADERA
Luis Pliego
El Períodico

No le gustan las entrevistas. Por eso, la edición de su tercer disco de estudio es una oportunidad que no se puede desaprovechar.

--Regaló el primer sencillo, Raining in paradise, en internet. ¿El futuro de la música es no pagar por ella?
--Yo me lo puedo permitir, pero hay grupos que no tienen mi tirón y que con los 1.000 o 2.000 CD que venden llenan la nevera para la familia.

--Las discográficas auguran que internet acabará con la industria.
--Internet ha abierto mil caminitos interesantes que ya nadie podrá cerrar. Pero el grifo gordo lo siguen controlando los mismos.

--Decidió que no quería seguir en una multinacional.
--Lo que quiero es hacer mi trabajo a mi manera, con mis pautas. Pero estoy en la industria. El lunes sale mi disco en todo el país, aunque lo hará en una discográfica de corazón, que es K-Industria. Los he escogido porque son mis vecinos.

--"Si yo fuera Maradona, viviría como él". Es de La vida tómbola.
--¿Qué mejor ejemplo de lo que es la suerte en la vida, de los altibajos, del sí y del no? Diego es un ejemplo de que la vida puede llegar a ser una ruleta, una sorpresa. Fui a Argentina con Emir Kusturica hace unos meses para cantársela a Maradona.

--Aunque suene a paradoja, usted es la mayor estrella surgida del movimiento antisistema.
--Llevo años rechazando esa responsabilidad. Eso es un estorbo para un movimiento muy importante y diverso. No se puede reducir a una etiqueta porque lo forman millones de personas muy diferentes. Me refiero a quienes trabajan por un futuro más plausible para nuestros hijos.

--Pero sí utiliza sus canciones para lanzar consignas del movimiento.
--Tengo mis ideas, pero no valen más que las de la panadera. Mi responsabilidad es el acceso a la prensa, pero eso no hace de mí un líder. Es lo que le interesa a los que están enfrente, que surjan líderes.

--¿Para arremeter contra ellos?
--O para ligar con ellos. Hay mil técnicas. Gracias a mi videoclip la gente puede saber qué es La Colifata, la radio del psiquiátrico de Buenos Aires. Mi web está para eso, para contar lo que está pasando.

--¿Por qué Manu Chao gusta a tipos tan diversos de público?
--No sé analizarlo pero es algo que me da muy buena vibra. A los conciertos de Manu Chao y Radio Bemba va gente de culturas y edades muy diferentes. En Europa se están formando guetos por edades. En Francia, por ejemplo, los viejos ya no saben lo que es un joven, solo los ven por la tele y les tienen miedo.

--También muchos jóvenes solo saben del mundo por la televisión.
--Es el gran problema. Los chicos ya no creen lo que les dicen en la escuela ni a los padres, y lo único que se tragan es lo que dice la televisión. Una herramienta sin ética. Crecerá toda una generación sin ética.

--¿Qué más se está perdiendo?
--Todo tiene que ir rápido. Les meten lo de la rapidez. Los jóvenes ya no piensan que cualquier trabajo necesita su tiempo. La televisión fomenta una cultura de todo rápido: dinero rápido, trabajar lo menos posible, el que trabaja es un gilipollas... Pero en la vida no se consigue nada sin dedicación. Sin perseverancia.

--Usted se ha tomado seis años para grabar 20 canciones.
--Muchos jóvenes intentan cosas en la vida y, si no les sale a los seis meses o al año, se exasperan. Si decides hacer algo en la vida tienes que entender que ese camino va a ser largo y que habrá momentos difíciles. Muchos se desmoronan ante la primera dificultad. Y cambian e intentan hacer otra cosa y otra y otra...

--Y llega la frustración: el escapismo de fin de semana, el uso irresponsable de drogas.
--Ha habido varias épocas de consumo desmedido de drogas. Lo del fin de semana es una escapatoria. No hay que engañarse con que las drogas son la solución. Pueden ser un aliciente, una inspiración... Todo es una cuestión de moderación.

--Su hijo vive en Brasil. ¿No piensa traerlo a vivir con usted a Europa?
--Cada vez que voy a verlo le pregunto si quiere venir y contesta que no. Es muy jovencito, tiene 8 años, y allí es como un pececito en el mar.

--Algún día querrá venir y conocer cómo vive su padre.
--Lo traeré cuando tenga 12 años. A lo mejor es feo lo que digo, pero como padre, lo más bonito que podría hacer por mi hijo es tener una varita mágica y hacer que se quede mil años viviendo sus 8 años.

--¿Eso es lo que intenta usted?
--Ya me gustaría. Yo ya no puedo tener esa frescura, he entrado en el molde en el que te mete la sociedad cuando pasas la adolescencia. Intento trabajar mi música como un niño, con la intuición, que es algo que perdemos con el tiempo.

13 septiembre 2007

(Chile) Seres para la muerte

Cada cierto tiempo la muerte ronda en el país, o tal vez jamás se ha retirado del todo, y vuelve a mostrarnos su rostro con la fuerza característica de la violencia: la irreversibilidad. Hace no mucho un obrero forestal murió acribillado por balas de Carabineros, quienes dicen dispararon en defensa propia. Tras el once de septiembre recién pasado murió un cabo de Carabineros luego de recibir una bala en la cabeza. El trabajador forestal tenía apenas 26 años de edad y el cabo solo 34. Rodrigo Cisternas y Cristián Vera. Ambos dejan viudas atrás a cargo de menores de edad que crecerán sin las figuras de sus padres presentes.

Nuevamente una subametralladora y un revolver, otra vez la lógica del amigo y el enemigo, y la espiral parece que se enciende, y no falta quien, por lado y lado, casi celebra que hayan nuevos mártires. Algunos traerán a colación eso de que “él se lo buscó, en algo andaba” o “eso le pasa por ser paco”. Dos trabajadores caen abatidos por la fuerza de la tecnología puesta al servicio de la neutralización del otro, mientras la mayoría está preocupada de que al fin Chile le gana a Austria jugando al fútbol.

Ser para la muerte de una sociedad que teniendo todos los recursos a mano para desarrollarse y lanzarse a conquistar su felicidad con mayor libertad e igualdad, se extravía en la maravilla de la acumulación y el consumo, mientras la cuota de muertos parece ir al alza. La Moneda es cercada y las mujeres viudas, hermanas e hijas de detenidos desaparecidos son arrestadas en su frontis, no vaya a ser cosa que si acceden más allá de lo que las vallas permiten alteren el orden público y pongan en riesgo la paz social. Hubo políticos dignos que renunciaron por menos que eso, como don Fernando Castillo Velasco a principios de los noventa que dejó su cargo de Intendente por no estar dispuesto a firmar un decreto que prohibiría una marcha junto al Palacio de Gobierno de las agrupaciones de derechos humanos y el Partido Comunista con motivo del 11 de septiembre.

Ser para la vida es lo que debiera guiar la convivencia, el siendo juntos. La confianza y no el temor. Y no cabe duda que el carabinero que disparó, tal como el obrero que protestaba, así como quien baleó al cabo que murió, forman parte de la mayoría pobre y sacrificada del país. Pueblo contra el pueblo, unos de overol y otros de uniforme, vidas que día a día se apagan y cuyas estadísticas no afectan los índices macroeconómicos. Pareciera que sobraran, que están demás, que son desechables.

Esta violencia no es individual, no nos viene transmitida en forma genética. Es social, personas que son suicidadas por su sociedad. Un hijo de ejecutado político lanza su hija pequeña por el balcón en medio de una discusión con su pareja también víctima de la violencia política. Una recién convertida en madre, profesora de danza, muere por septisemia entre sus amigos que la atienden sin conocimientos en una comunidad alternativa que no desea tener contacto con la institucionalidad de la salud oficial porque consideran que es ésta la que los lleva a la muerte. Un obrero dirigente sindical pierde el ojo en una marcha del primero de mayo donde autoproclamados defensores de los trabajadores lo atacan porque consideran que los sindicatos ya no defienden a los trabajadores.

La muerte no se ha ido y nuevos hijos e hijas pierden a los suyos en forma irreversible. "Su muerte no ha sido en vano" dirá alguien en algún discurso. "Es culpa del Gobierno, es culpa de la izquierda, es culpa de la derecha, son los milicos, Bush, es la raza, es el calentamiento global", dirán otros.

Y esos niños crecerán y muy pocos estarán en condiciones de atravesar el desierto del terror y llegar ilesos a alguna orilla firme, amable y humana. Nuevos hijos se armarán de una subametralladora y un revolver, y usarán algún uniforme, verde, rojo o negro, y empuñarán un arma o levantarán el puño cerrado. Vivirán el don de la vida a puño limpio. Muy pocos serán capaces de mirar el horror al espejo y ver en sus propios rostros a la humanidad dañada, y darse cuenta que son las condiciones sociales imperantes las que nos arrojan a matarnos siendo que todos somos lo mismo, seres que decimos llamarnos humanos. Que difícil asumir que la solución no pasa por la eliminación del otro, sino por la transformación activa y creativa de aquellas condiciones sociales que nos fijan y objetivan como opresores y oprimidos, víctimas y victimarios. Y habrá, como siempre, resistencia para hacer los cambios.

Lo más fácil, aparentemente, es dotarnos de más armas, de imponer respeto a través de la represión, incrementando la vigilancia, el control, el castigo, la exclusión. Pero no. La violencia, ya sea en su forma institucionalizada o desde el margen, solo genera más violencia. Es un eslabón que se encadena a otro, que se potencia, y termina reventando en las manos de su propio autor. Solo el trabajo social cotidiano, integrador, justo, equitativo y amable permiten revertir lo que causa la violencia. No la represión, tampoco la agudización de las contradicciones. Más humanidad, ¿tan imposible es?

La muerte vuelve a tomar la iniciativa en contra de la palabra, el debate, el argumento, la razón y el corazón digno, que no se rebaja a repetir en su accionar aquello que critica. Y la realidad se torna tan dura que estas palabras que escribo ya creo que comienzan a ser vistas como blandas, amarillas, entregadas, traidoras, enemigas. Pero algunos de quienes conocemos la muerte de cerca no nos cansaremos de insistir aunque sea inconducente: vivamos la vida para vivir y dar vida, nunca quitarla. Con la muerte, inexorablemente y siempre, perdemos todos.

09 septiembre 2007

Con danza y guitarra

En la plaza Venezuela, en el corazón de la población San Joaquín, en plena intersección con la población La Victoria, recordamos hoy al tío Jorge y a sus amigos que cayeron resistiendo el golpe. También hubo recuerdos para don Victor Díaz, que es original de la población, y a cada uno de los desaperecidos y ejecutados el 11 de septiembre. Victor Jara y el Presidente Allende estuvieron en nuestros abrazos. Una bella tarde, llena de niños jugando, con mi Emilia de tres añitos revolcándose en la tierra feliz de la vida, mientras la Anto, de cinco, se columpeaba; la Cami se encargó de sacar fotos, y la gente agitaba sus banderas, aplaudía, sonreía, se emocionaba. Hubo discursos, números artísticos, los fieles Sol y Lluvia haciendo moverse con esparanza a personas de todas las edades, y nosotros con Karen aportando con una versión de canto, guitarra eléctrica y solo de baile de Media Verónica, del maravilloso Andrés Calamaro.

La memoria se activa y proyecta, al compartir con los amigos, compñeros, vecinos, pobladores y familiares. Al cariño y el compromiso no hay nada que lo pueda disolver.