02 julio 2010

Carta abierta a Maradona, en caso que Argentina no gane este campeonato del mundo

QUERIDO DIEGO, “PELUSA”, “PIBE DE ORO”, “DIEZ”, “DIOS”, “GORDO”:

Quiero hacer memoria, para que no se te olvide a vos, ni a ninguno de los argentinos.

Eras un pibe de la villa miseria de Fiorito. Uno de esos asentamientos informales, insalubres y laberínticos, de viviendas precarias en las que se hacinan los desplazados. Síntoma brutal de la marginación y la pobreza, del que los políticos prefieren no hablar porque es poner en duda toda la estructura legal del sistema.

Jugabas porque el fútbol es la expansión de los humildes, un acto atemporal que los saca de las desdichas cotidianas. La vida te había negado casi todo, y vos, como miles de chicos argentinos, con tus zapatos rotos, te desquitabas a patadas.

En 1973 alguien te dijo:
- Che pibe, vamos a armar un equipo para jugar en el “Torneo Evita”, ¿Entrás?

Con tus piernas flacas y tu rostro de “negrito”, te convertiste en la pesadilla del torneo, nadie quería enfrentarte. “Los Cebollitas”, (así se llamaban), se llevaron la copa y al año siguiente ganaron el Campeonato de la 8ª División. El conjunto se mantuvo invicto 136 partidos y gracias a que “Los Cebollitas” se convirtieron en una sensación, conociste Perú y Uruguay, donde los invitaron a jugar. No tenías 12 años y ya eras campeón.

A alguien se le ocurrió hacerte debutar en las inferiores del Club Argentino Juniors. Resultó fácil, fue el primer acto ilícito de tu vida: te cambiaron el nombre y mintieron la edad, agregándote dos años para que te aceptaran. Algo completamente inútil porque tu brillo era tal que cuando te vieron jugar, todos preguntaban: ¿Quién ese pibe? ¿De dónde salió ese prodigio?

Entonces decidieron que era mejor ponerte en el entretiempo de los partidos de la Primera División para que entretuvieras a la hinchada haciendo malabares con la pelota. Naciste mago. Siempre la pelota ha hecho todo lo que querés, ¿O será al revés?

Llegaste a la villa eufórico:
 - ¡Mamá, me pagaron!

Doña Dalma te dio un beso y tu padre Diego te regaló una sonrisa y una palmada afectuosa. Hasta hay un viejo comercial de Coca Cola, donde se ve a aquel muchachito haciendo maravillas.

La primera vez que figuraste en los diarios, (esos que cada vez que pueden, intentan destruirte por tus ideas), tenías diez años. El Clarín decía: “Había un pibe con porte y clase de ‘crack’…”. Este periodista no sabía que aún faltaban por llenar muchas páginas hablando del “Pibe de Fiorito”. Porque en dos años ascendiste ocho divisiones en Argentinos Juniors, de novena a primera, y comenzaste a dibujar tu historia con goles: en 1978, aunque te consagraste como el goleador del Metropolitano, el flaco Menotti te dejó fuera de la Selección que ganó el campeonato porque eras muy niño, pero al año siguiente nos trajiste la Copa del Mundial Juvenil.

Por ese tiempo, aunque River te quería contratar y te ofreció lo mismo que ganaba Ubaldo Fillol, el jugador mejor pagado de entonces, decidiste jugar para Boca, que estaba en serios problemas económicos y no podía comprar tu pase. Nos hiciste campeones, pero duraste poco. Europa siempre ha pagado mejor y te fuiste al Sevilla y después al Nápoles.

El Mundial de México 86, siempre será recordado como “el Mundial de Maradona” y podría escribir muchas páginas con las emociones que nos hiciste vivir, porque cada vez que mandaste la pelota al fondo de la red, no era un gol de Maradona, era un tanto de desquite de todos los humildes de tu pueblo.

La FIFA, aún a regañadientes, (los oligarcas del fútbol no te quieren Diego) tuvo que elegirte como al mejor jugador del siglo XX. Para nosotros significas mucho más. Siempre recordaré cuando como consecuencia de haber caído en los abismos de la droga, te tuvieron que internar de urgencia y una multitud angustiada hizo intransitable cuadras enteras en torno al hospital. Alguien puso un gran cartel: “El cielo tiene que esperar”, otro decía: “Siempre vivirás, Dios no quiere competencia.”, otro: “Jesús resucitó una vez. Vos, miles.”, y quizá el más significativo rezaba: “Diego, no aflojés que vas a salir. No podés perder. No te olvides que Maradona juega para vos.”

Saliste de la droga como también te levantaste de cada golpe que te dieron en la cancha, pero los medios internacionales siempre magnificaron tu adicción a las drogas y cada error que cometías, porque lo que no te perdonan es que a pesar del dinero, la fama y la gloria, nunca olvidaste al pibe de la villa de Fiorito y que cada uno de tus mensajes políticos mueva la conciencia de los pobres y explotados del mundo.

El mercado puede aceptar que seas un genio del fútbol, pero no que te hayas convertido en la compensación para una sociedad frustrada por varias dictaduras militares y desgastada por el accionar de políticos corruptos.
Se acepta, ¿qué otro remedio les queda?, que seas un campeón, más no que reflejes los sentimientos de los despojados que necesitan creer que Dios no está tan lejos.

Eso no te lo van a perdonar nunca Diego.

La FIFA no te puede perdonar que promuevas la sindicalización de los jugadores, a los que llamas “los obreros del fútbol”, porque eso echaría por tierra un negocio que mueve millones de dólares cada cuatro años.

Si Maradona dona una escuela, o promueve una colecta para los niños pobres con parálisis, no saldrá en la primera plana de ningún periódico del mundo, porque lo imperdonable no son estos actos en sí, sino que lo hagas siempre diciendo que sólo estás devolviendo algo de lo que los poderosos roban a la gente.

Demagogo, populista, oportunista, drogadicto, son los calificativos aconsejados por los señores de la SIP para poner junto a tu nombre. Como también aconsejan destacar siempre las declaraciones del señor Pelé, porque ese si es “bueno”. Se coloca debajo de un cartel de alguna firma de productos deportivos, que por supuesto le paga, para reivindicar siempre al sistema y defender sus intereses. De eso vive.

No te van a perdonar tus visitas a Chávez, o que tengas al Ché tatuado en tu hombro.

La única vez que te tuve cerca fue cuando en noviembre de 2005, con motivo de la Cumbre de Presidentes de Mar del Plata, nos invitaste a ir a repudiar la presencia de Bush en la Argentina.

Los grandes diarios del mundo, no publicaron en estos días la foto de la Selección Argentina despidiéndose rumbo a Sudáfrica con una gran pancarta que decía: “Apoyamos a las abuelas de Plaza de Mayo para el Premio Nobel de la Paz”. Ni tampoco la noticia de que recibiste en Pretoria a Estela Carlotto con un gran abrazo.
Eso no se perdona Diego.

El fútbol, vos lo sabés mejor que nadie, es un juego impredecible y como bien declaraste: “No hay favoritos. Cualquiera te puede clavar la pelota en el ángulo y todo lo que hiciste… Chau”. Todo es posible, pero por todo esto y mucho más quiero decirte que si eso sucede, no te hagas ningún problema, porque con nosotros ya cumpliste.

Gracias por ser Maradona.

Gracias por ser nuestra alegría y nuestra esperanza.

Gracias por no olvidar al pibe de Fiorito.

Gracias por representarnos siempre a todos con dignidad.

01 julio 2010

Declaración de FASIC por muerte de joven en furgón policial en Cabreros

Ante la muerte del joven Francisco Coronado Cárdenas al interior de un furgón de Carabineros, ocurrido en la localidad de Cabrero el 26 de junio, y la investigación de estos hechos por parte de la Justicia Militar, no podemos permanecer indiferentes, porque estamos frente a una situación que califica en el área de los Derechos Humanos:
 
1.- Condenamos toda forma de abuso policial, considerando que la fuerza pública justifica su existencia, conforme a la norma constitucional, para dar eficacia al derecho, obligándose ante la población a actuar civilizadamente, en la forma y en los casos previstos por la ley.
 
2.- La vida y la integridad física de las personas son bienes jurídicos cuya protección está cautelada por las normas penales en el caso de los delitos comunes y por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos en el caso que el agravio provenga de agentes del Estado.
 
3.- Rechazamos la intervención de la Jurisdicción Penal Militar para conocer este caso porque los carabineros no son militares, ni la víctima es militar. Además, porque esta judicatura especial no garantiza el debido proceso desde el punto de vista orgánico, porque el juez militar es un militar de carrera que por su investidura militar no da garantías de independencia, ni de imparcialidad y, desde el punto de vista funcional, porque el procedimiento vigente se rige por el sistema inquisitivo; es secreto, es escrito, el fiscal instructor opera como juez y parte del mismo modo que el juez militar y no es admisible la querella como forma de ejercer la acción penal, limitándose el ejercicio de los derechos procesales a las víctimas.
 
4.- La vigencia de esta jurisdicción especial coloca al Estado de Chile en una flagrante violación del Derecho Internacional, específicamente de la Convención Interamericana contra la Tortura, la Convención Internacional contra la Tortura y su Protocolo Facultativo, la Convención Americana de Derechos Humanos, instrumentos todos ratificados por Chile, incluyendo una sentencia condenatoria de la Corte Interamericana de Derechos Humanos -“caso Humberto Palamara” de diciembre del 2005 cuyo cumplimiento está pendiente en lo referente a la modificación de la Justicia Militar vigente en el país-.
 
5.- Exhortamos a los Poderes Ejecutivo y Legislativo a dar cumplimiento a la sentencia de la Corte Interamericana y adecuar la legislación interna a los estándares internacionales de los Derechos Humanos, en orden a suprimir esta judicatura especial, en subsidio, reducir su competencia sólo a delitos militares cometidos por militares y, en todo caso, modificar la estructura del procedimiento conforme a las normas de un sistema acusatorio, garantista, controversial, oral y público.
 
EQUIPO JURIDICO DE FASIC
Santiago 30 de junio de 2010

(Deseos) Siempre listos, y si es extragrande, mejor!

30 junio 2010

(Recuerdos) La injusticia globalizada, x José Saramago

El siguiente es uno de los últimos textos publicados por José Saramago, el 4 de junio de 2010, en que hace un análisis crítico de la situación de la justicia y la democracia, así como de la izquierda y el sindicalismo. Lo comparto plenamente. Slds, Mg.

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LA INJUSTICIA GLOBALIZADA
por José Saramago

Comenzaré por contar en brevísimas palabras un hecho notable de la vida rural ocurrido en una aldea de los alrededores de Florencia hace más de cuatrocientos años. Me permito solicitar toda su atención para este importante acontecimiento histórico porque, al contrario de lo habitual, la moraleja que se puede extraer del episodio no tendrá que esperar al final del relato; no tardará nada en saltar a la vista.

Estaban los habitantes en sus casas o trabajando los cultivos, entregado cada uno a sus quehaceres y cuidados, cuando de súbito se oyó sonar la campana de la iglesia. En aquellos píos tiempos (hablamos de algo sucedido en el siglo XVI), las campanas tocaban varias veces a lo largo del día, y por ese lado no debería haber motivo de extrañeza, pero aquella campana tocaba melancólicamente a muerto, y eso sí era sorprendente, puesto que no constaba que alguien de la aldea se encontrase a punto de fenecer. Salieron por lo tanto las mujeres a la calle, se juntaron los niños, dejaron los hombres sus trabajos y menesteres, y en poco tiempo estaban todos congregados en el atrio de la  iglesia, a la espera de que les dijesen por quién deberían llorar. La campana siguió sonando unos minutos más, y finalmente calló. Instantes después se abría la puerta y un campesino aparecía en el umbral.

Pero, no siendo éste el hombre encargado de tocar habitualmente la campana, se comprende que los vecinos le preguntasen dónde se encontraba el campanero y quién era el muerto. 'El campanero no está aquí, soy yo quien ha hecho sonar la campana', fue la respuesta del campesino. 'Pero, entonces, ¿no ha muerto nadie?', replicaron los vecinos, y el campesino respondió: 'Nadie que tuviese nombre y figura de persona; he tocado a muerto por la Justicia, porque la Justicia está muerta'.

¿Qué había sucedido? Sucedió que el rico señor del lugar (algún conde o marqués sin escrúpulos) andaba desde hacía tiempo cambiando de sitio los mojones de las lindes de sus tierras, metiéndolos en la pequeña parcela del campesino, que con cada avance se reducía más. El perjudicado empezó por protestar y reclamar, después imploró compasión, y finalmente resolvió quejarse a las autoridades y acogerse a la protección de la justicia.

Todo sin resultado; la expoliación continuó. Entonces, desesperado, decidió anunciar urbi et orbi (una aldea tiene el tamaño exacto del mundo para quien siempre ha vivido en ella) la muerte de la Justicia. Tal vez pensase que su gesto de exaltada indignación lograría conmover y hacer sonar todas las campanas del universo, sin diferencia de razas, credos y costumbres, que todas ellas, sin excepción, lo acompañarían en el toque a difuntos por la muerte de la Justicia, y no callarían hasta que fuese resucitada. Un clamor tal que volara de casa en casa, de ciudad en ciudad, saltando por encima de las fronteras, lanzando puentes sonoros sobre ríos y mares, por fuerza tendría que despertar al mundo adormecido... No sé lo que sucedió después, no sé si el brazo popular acudió a ayudar al campesino a volver a poner los lindes en su sitio, o si los vecinos, una vez declarada difunta la Justicia, volvieron resignados, cabizbajos y con el alma rendida, a la triste vida de todos los días.

Es bien cierto que la Historia nunca nos lo cuenta todo.

Supongo que ésta ha sido la única vez, en cualquier parte del mundo, en que una campana, una inerte campana de bronce, después de tanto tocar por la muerte de seres humanos, lloró la muerte de la Justicia. Nunca más ha vuelto a oírse aquel fúnebre sonido de la aldea de Florencia, mas la Justicia siguió y sigue muriendo todos los días. Ahora mismo, en este instante en que les hablo, lejos o aquí al lado, a la puerta de nuestra casa, alguien la está matando.

Cada vez que muere, es como si al final nunca hubiese existido para aquellos que habían confiado en ella, para aquellos que esperaban de ella lo que todos tenemos derecho a esperar de la Justicia: justicia, simplemente justicia. No la que se envuelve en túnicas de teatro y nos confunde con flores de vana retórica judicial, no la que permitió que le vendasen los ojos y maleasen las pesas de la balanza, no la de la espada que siempre corta más hacia un lado que hacia otro, sino una justicia pedestre, una justicia compañera cotidiana de los hombres, una justicia para la cual lo justo sería el sinónimo más exacto y riguroso de lo ético, una justicia que llegase a ser tan indispensable para la felicidad del espíritu como indispensable para la vida es el alimento del cuerpo.

Una justicia ejercida por los tribunales, sin duda, siempre que a ellos los determinase la ley, mas también, y sobre todo, una justicia que fuese emanación espontánea de la propia sociedad en acción, una justicia en la que se manifestase, como ineludible imperativo moral, el respeto por el derecho a ser que asiste a cada ser humano. Pero las campanas, felizmente, no doblaban sólo para llorar a los que morían. Doblaban también para señalar las horas del día y de la noche, para llamar a la fiesta o a la devoción a los creyentes, y hubo un tiempo, en este caso no tan distante, en el que su toque a rebato era el que convocaba al pueblo para acudir a las catástrofes, a las inundaciones y a los incendios, a los desastres, a cualquier peligro que amenazase a la comunidad. Hoy, el papel social de las campanas se ve limitado al cumplimiento de las obligaciones rituales y el gesto iluminado del campesino de Florencia se vería como la obra desatinada de un loco o, peor aún, como simple caso policial.

Otras y distintas son las campanas que hoy defienden y afirman, por fin, la posibilidad de implantar en el mundo aquella justicia compañera de los hombres, aquella justicia que es condición para la felicidad del espíritu y hasta, por sorprendente que pueda parecernos, condición para el propio alimento del cuerpo. Si hubiese esa justicia, ni un solo ser humano más moriría de hambre o de tantas dolencias incurables para unos y no para otros. Si hubiese esa justicia, la existencia no sería, para más de la mitad de la humanidad, la condenación terrible que objetivamente ha sido. Esas campanas nuevas cuya voz se extiende, cada vez más fuerte, por todo el mundo, son los múltiples movimientos de resistencia y acción social que pugnan por el establecimiento de una nueva justicia distributiva y conmutativa que todos los seres humanos puedan llegar a reconocer como intrínsecamente suya; una justicia protegida por la libertad y el derecho, no por ninguna de sus negaciones.

He dicho que para esa justicia disponemos ya de un código de aplicación práctica al alcance de cualquier comprensión, y que ese código se encuentra consignado desde hace cincuenta años en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aquellos treinta derechos básicos y esenciales de los que hoy sólo se habla vagamente, cuando no se silencian sistemáticamente, más desprestigiados y mancillados hoy en día de lo que estuvieran, hace cuatrocientos años, la propiedad y la libertad del campesino de Florencia. Y también he dicho que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, tal y como está redactada, y sin necesidad de alterar siquiera una coma, podría sustituir con creces, en lo que respecta a la rectitud de principios y a la claridad de objetivos, a los programas de todos los partidos políticos del mundo, expresamente a los de la denominada izquierda, anquilosados en fórmulas caducas, ajenos o impotentes para plantar cara a la brutal realidad del mundo actual, que cierran los ojos a las ya evidentes y temibles amenazas que el futuro prepara contra aquella dignidad racional y sensible que imaginábamos que era la aspiración suprema de los seres humanos.

Añadiré que las mismas razones que me llevan a referirme en estos términos a los partidos políticos en general, las aplico igualmente a los sindicatos locales y, en consecuencia, al movimiento sindical internacional en su conjunto. De un modo consciente o inconsciente, el dócil y burocratizado sindicalismo que hoy nos queda es, en gran parte, responsable del adormecimiento social resultante del proceso de globalización económica en marcha. No me alegra decirlo, mas no podría callarlo. Y, también, si me autorizan a añadir algo de mi cosecha particular a las fábulas de La Fontaine, diré entonces que, si no intervenimos a tiempo -es decir, ya- el ratón de los derechos humanos acabará por ser devorado implacablemente por el gato de la globalización económica.

¿Y la democracia, ese milenario invento de unos atenienses ingenuos para quienes significaba, en las circunstancias sociales y políticas concretas del momento, y según la expresión consagrada, un Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo? Oigo muchas veces razonar a personas sinceras, y de buena fe comprobada, y a otras que tienen interés por simular esa apariencia de bondad, que, a pesar de ser una evidencia irrefutable la situación de catástrofe en que se encuentra la mayor parte del planeta, será precisamente en el marco de un sistema democrático general como más probabilidades tendremos de llegar a la consecución plena o al menos satisfactoria de los derechos humanos. Nada más cierto, con la condición de que el sistema de gobierno y de gestión de la sociedad al que actualmente llamamos democracia fuese efectivamente democrático. Y no lo es.

Es verdad que podemos votar, es verdad que podemos, por delegación de la partícula de soberanía que se nos reconoce como ciudadanos con voto y normalmente a través de un partido, escoger nuestros representantes en el Parlamento; es cierto, en fin, que de la relevancia numérica de tales representaciones y de las combinaciones políticas que la necesidad de una mayoría impone, siempre resultará un Gobierno. Todo esto es cierto, pero es igualmente cierto que la posibilidad de acción democrática comienza y acaba ahí. El elector podrá quitar del poder a un Gobierno que no le agrade y poner otro en su lugar, pero su voto no ha tenido, no tiene y nunca tendrá un efecto visible sobre la única fuerza real que gobierna el mundo, y por lo tanto su país y su persona: me refiero, obviamente, al poder económico, en particular a la parte del mismo, siempre en aumento, regida por las empresas multinacionales de acuerdo con estrategias de dominio que nada tienen que ver con aquel bien común al que, por definición, aspira la democracia.

Todos sabemos que así y todo, por una especie de automatismo verbal y mental que no nos deja ver la cruda desnudez de los hechos, seguimos hablando de la democracia como si se tratase de algo vivo y actuante, cuando de ella nos queda poco más que un conjunto de formas ritualizadas, los inocuos pasos y los gestos de una especie de misa laica. Y no nos percatamos, como si para eso no bastase con tener ojos, de que nuestros Gobiernos, esos que para bien o para mal elegimos y de los que somos, por lo tanto, los primeros responsables, se van convirtiendo cada vez más en meros comisarios políticos del poder económico, con la misión objetiva de producir las leyes que convengan a ese poder, para después, envueltas en los dulces de la pertinente publicidad oficial y particular, introducirlas en el mercado social sin suscitar demasiadas protestas, salvo las de ciertas conocidas minorías eternamente descontentas.

¿Qué hacer? De la literatura a la ecología, de la guerra de las galaxias al efecto invernadero, del tratamiento de los residuos a las congestiones de tráfico, todo se discute en este mundo nuestro.

Pero el sistema democrático, como si de un dato definitivamente adquirido se tratase, intocable por naturaleza hasta la consumación de los siglos, ése no se discute. Mas si no estoy equivocado, si no soy incapaz de sumar dos y dos, entonces, entre tantas otras discusiones necesarias o indispensables, urge, antes de que se nos haga demasiado tarde, promover un debate mundial sobre la democracia y las causas de su decadencia, sobre la intervención de los ciudadanos en la vida política y social, sobre las relaciones entre los Estados y el poder económico y financiero mundial, sobre aquello que afirma y aquello que niega la democracia, sobre el derecho a la felicidad y a una existencia digna, sobre las miserias y esperanzas de la humanidad o, hablando con menos retórica, de los simples seres humanos que la componen, uno a uno y todos juntos.

No hay peor engaño que el de quien se engaña a sí mismo. Y así estamos viviendo. No tengo más que decir. O sí, apenas una palabra para pedir un instante de silencio. El campesino de Florencia acaba de subir una vez más a la torre de la iglesia, la campana va a sonar. Oigámosla, por favor.

Más info: http://www.other-news.info/noticias/

29 junio 2010

Hasta siempre Lucho Vitale

En Santiago de Chile y durante la madrugada del domingo 27 de junio, falleció el legendario académico, escritor Luis Vitale.

Revolucionario, profesor universitario y tanguero impenitente, nacido en Argentina y chileno por elección, en sus obras abordó la historia social comparada de los pueblos de América Latina, la historia de Chile, la teoría de la historia, los pueblos originarios, el protagonismo social de la mujer, el deterioro ambiental, la vida cotidiana, los movimientos estudiantiles, teoría política, entre otros.

Fue académico titular de la Universidad de Chile, Universidad de Concepción, Universidad Técnica del Estado, Universidad Gôete de Frankfurt, Universidad Central de Venezuela, Universidad Nacional de Bogotá, Universidad Río Cuarto de Córdoba, Argentina, y fue Profesor Doctor Emérito de la Universidad de Groningen, en Hamburgo.

El Ciudadano cuenta que estuvo vinculado en sus inicios a grupos anarquistas ligados a la Federación Obrera Regional Argentina (Fora) cuando era estudiante, se volvió trotskista al tiempo, ingresando al Partido Obrero Revolucionario (POR) el año 1952, para abandonarlo al trasladarse a Chile.

Desde su misma llegada al país en 1955 ingresó a la política participando junto a Humberto Valenzuela en el POR del país, partido hermano de su homónimo trasandino, militancia que combinaba con su trabajo sindical llegando a ser presidente de la Federación de Química y Farmacia. Estuvo junto a Clotario Blest en la Central Única de Trabajadores (CUT) y luego continuó a su lado en el Movimiento de Fuerzas Revolucionarias (MFR) junto a comunistas disidentes y anarco sindicalistas como Ernesto Miranda.

Sus esfuerzos por generar una organización revolucionaria unida continuaron cuando ingresó junto al POR en el naciente Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en 1965, del que se retira a finales de esa década junto al resto de los trotskistas en 1969 por diferencias con la dirección del grupo de Miguel Enríquez.

Su vida partidaria terminó cuando militaba en el Partido Socialista Revolucionario (PSR), pequeño partido trotskista clandestino que existió durante la Unidad Popular. Luego del Golpe de Estado estuvo recluido en el Campo de Concentración de Chacabuco antes de partir al exilio a Europa, lo que no le impidió continuar colaborando con quienes necesitaran de su apoyo. De vuelta a Chile continuó escribiendo, participando en cuanta iniciativa pudiera y haciendo clases en la Universidad de Chile hasta el último momento.

Yo no tuve la oportunidad de conocerlo personalmente. Recuerdo de adolescente, en plena dictadura, haberme abalanzado con interés a leer la seguidilla de tomos de su "Interpretación Marxista de la Historia de Chile". En muchos aspectos, con el tiempo, me pareció un tanto forzada, pero es posible que él vio conecciones que uno se les escapan, y de cualquier manera es una obra de referencia para la aplicación de determinado marco teórico y perspectiva de análisis político. Sin duda debe ser uno de los historiadores que más rescata el papel del sujeto popular en sus obras, especialmente del pueblo mapuche y obrero en la Historia de Chile.

Una persona jugada, convencida, comprometida, que amó, estudió, luchó y vivió intensamente, lo que merece, ya por este hecho, toda mi admiración.

Hasta siempre Lucho Vitale, y que tu trabajo siga leyéndose y fermentando el asombro, la crítica, las propuestas transformadoras que han de advenir.
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- Parte de entrevista dada a Andrés Figueroa Cornejo, el año 2009, que refleja en forma clara su perspectiva y posición frente a la actualidad:


¿Cuáles son aspectos que considera esenciales en la caracterización de la presente fase de acumulación capitalista en Chile y el mundo?

“La llamada globalización es en realidad una mundialización del capital que tiene crisis cíclicas, como las de 1994 y 2008-2009. Para nuestra América, y en especial para Chile, las tendencias se resumen en la privatización de las empresas antes nacionalizadas (cobre); el aumento de la deuda externa; la desindustrialización y control de la economía por transnacionales que no representan a un imperialismo determinado. Este proceso nos plantea la necesidad de actualizar nuestro programa antiimperialista. Ahora se trata de luchar por la nacionalización sin pago de las corporaciones transnacionales.”

¿Qué sectores sociales, de acuerdo al período, deberían ser aquellos desde donde recomponer las fuerzas populares?

“Me permito sugerir que para recuperar la conciencia de clase trabajadora es necesario fortalecer las organizaciones locales, como la comuna, donde participen los sindicatos del territorio. Además deben estar los pobladores, profesores de escuelas primarias y liceos, grupos ecologistas, movimientos de mujeres y estudiantes de colegios de cada comuna. Esta proposición habría que aplicarla en los territorios, en cada provincia, de acuerdo a las especificidades regionales. Otro punto corresponde a realizar una propuesta para contribuir a solucionar los problemas de los pueblos originarios mapuche y aymara. Es el momento para aplicar en Chile la reciente resolución del Convenio 169 de la OIT de las Naciones Unidas sobre el reconocimiento de los derechos de los pueblos originarios. Al respecto, sugiero proponer para Chile el Estado pluri-étnico: no se trata sólo de recuperar las tierras de las comunidades, sino de reivindicar sus derechos a la vivienda, salud, educación y establecer la representación política de las comunidades originarias. Otro aspecto importante es proponer la recuperación de las riquezas nacionales, esencialmente del cobre. Hay que nacionalizar las empresas privadas que pertenecieron a la pública Corporación del Cobre (Codelco) y que fueron privatizadas.”

¿Qué claves de la historia de Chile y el mundo rescataría para impulsar una estrategia emancipadora y socialista en la actualidad?

“Por lo menos ya sabemos lo que no queremos del llamado “socialismo real” de la Unión Soviética, lo que nos permite pensar las bases de una sociedad alternativa al capitalismo. Un socialismo distinto al estalinismo burocrático de la URSS. Creo que es pertinente rescatar para Chile y América Latina las experiencias de la Revolución Boliviana de 1952 – 55 en su primera victoria popular, y derrota del ejército burgués. Así también su planteamiento resumido en “todo el poder a la Central Obrera Boliviana (COB)”. Asimismo, los retos y bases de la Revolución Cubana. Para el caso específico de Chile, yo destaco la resolución de la Federación Obrera de Chile orientada por Luis Emilio Recabarren (padre de la clase trabajadora chilena), cuando dice que “derrocando el sistema capitalista, la Federación Obrera se hará cargo de la administración de la economía”. Además, es preciso rescatar y superar las deficiencias del gobierno popular de Salvador Allende; la nacionalización del cobre, la reforma agraria, y la creación del área de propiedad social con autogestión y control obrero de la producción.”

¿Qué personalidades y liderazgos destacaría desde los intereses de los trabajadores y el pueblo chilenos?

“Sin ninguna duda a Luis Emilio Recabarren y a Clotario Blest (fundador de la anticapitalista Central Única de Trabajadores de 1953).”

- Más info: Obras de Luis Vitale (en línea)

27 junio 2010

(Deseos) Dejemos que fluya / Let´s get it on x Marvin Gaye

"Realmente lo he intentado, nena
mantener este sentimiento atrás por demasiado tiempo
Y si tu sientes al igual que yo, nena
Entonces, vamos, uh, vamos
Whooo, dejemos que fluya..."