25 septiembre 2012

Carta abierta al Sr. Alberto Cardemil con ocasión de publicación de Oficios con su firma como Subsecretario del Interior año 1985

Sr. Diputado de la República Alberto Cardemil, me permito dirigirme a Usted, por que la fecha del Oficio Secreto Nro. 1953, de 26 de abril 1985, que ahora se da a conocer en que se entrega información en forma confidencial sobre los trabajadores de la Vicaría de la Solidaridad, y que lleva su firma, es justo un mes después del asesinato de mi padre ocurrido el 30 de marzo de tal año, junto a José Manuel Parada y Santiago Nattino. José Manuel, quien era sociólogo de la Vicaría, trabajaba en este organismo de la Iglesia Católica a cargo de su archivo. Mi padre colaboró con él, junto a la periodista Mónica González, para dar con el paradero de numerosos detenidos hechos desaparecer por la acción del Comando Conjunto en 1976, del cual fue testigo directo, en calidad de víctima.

Imagino que Usted está al tanto del llamado "Caso Degollados". El macabro triple asesinato fue llevado adelante por una "asociación ilícita terrorista" que actuaba al interior de la Dirección de Comunicaciones de Carabineros de Chile (DICOMCAR), y que fue antecedido por una allanamiento ilegal a la imprenta de la Asociación Gremial de Educadores de Chile (AGECH), de calle Londres, porque lo que buscaban era hacer desaparecer la matriz de impresión del testimonio del ex agente FACH y del Comando Conjunto, Andrés Valenzuela, que dio testimonio sobre la acción genocida de este organismo. Las personas que atentaron contra mi padre, en pleno Estado de Sitio, y premunidos de todo el aparataje estatal, buscaban pasar impunes de sus actos (secuestros, torturas, ejecuciones extrajudiciales y desaparición de compatriotas) y, desde luego, no colaborar con la Justicia para aclarar el paradero de los detenidos desaparecidos en muchísimos casos que aún se investigan en Tribunales.

¿Sabe Usted algo adicional respecto a esta causa que no se conozca en Tribunales? ¿Usted, que fue Subsecretario del Interior entre 1984 y 1988, exactamente en la fecha en que se cometió el secuestro, tortura y posterior degollamiento de mi padre?

A mi padre no le siguieron juicio alguno. Su detención no fue tal, sino un secuestro. No fue acusado por ningún Tribunal de la República. No tenía causas abiertas. Fue secuestrado junto a José Manuel Parada a las puertas de mi colegio, a plena luz del día, estando sus hijos Javiera Parada y yo presentes como estudiantes de la Básica, a metros del plagio. Se cortó el tránsito para permitir la fuga. Se utilizaron helicópteros de Carabineros. Fueron llevados a la calle Dieciocho, al local de la DICOMCAR -que es el mismo que utilizó el Comando Conjunto en 1976, que llamaban "La Firma"-, donde fueron torturados junto a Santiago Nattino, a quien tenían de pie esposado a un parrón. A mi padre, entre otras torturas, le arrancaron las uñas de sus dedos, le quemaron el cuerpo con cigarrillos, le quebraron la frente a culatazos, y al día siguiente a los tres, que estaban amarrados y vendados, les cortaron el cuello con un cuchillo corvo atacameño, en plena vía pública camino a Quilicura, frente al aeropuerto donde hoy se elevan tres sillas en su memoria. A los tres los dejaron desangrar, ni siquiera les dieron un tiro de gracia. Eran Carabineros de distintos rangos quienes hicieron esto, en la época en la que Usted era Subsecretario del Ministerio del Interior. Por este caso tuvo incluso que renunciar de la Junta Militar, el General César Mendoza Durán, el 2 de agosto de 1985.

Yo soy un simple Concejal, electo democráticamente en sistema proporcional de votos, con escasas atribuciones que me confiere la Ley Orgánica de Municipalidades para fiscalizar. Usted es un Honorable Diputado de la República y, aunque con sistema binominal, fue electo y cuenta con fuero parlamentario y un alcance en las acciones que puede emprender muy superior a las mías. Quisiera asumir que es digno de tal Honorabilidad y que, aprovechando la publicación de estos oficios secretos que llevan su firma, haga un ejercicio de introspección y colabore con la Justicia, y anime a sus entonces colegas que ocupaban cargos a también hacerlo.

Haga memoria Diputado. Son años claves en los que Usted fue Subsecretario del Interior. No se lo solicito solo por el caso de mi padre, sino por cientos de casos de ejecutados políticos y detenidos desparecidos. También creo que sería positivo para su propio sector político, la Derecha, que no tendría porqué cargar por siempre con el estigma del terrorismo de Estado, si es que, como sector, diera pasos decididos a una cultura de los derechos humanos, participando activamente en las causas que buscan la condena a su violación sistemática por parte del regimen del cual Usted formó parte.

Usted tiene una oportunidad histórica en sus manos: Puede convertirse en un ejemplo de ser humano y de autoridad política, y colaborar a sanar muchísimas heridas abiertas por decenas de años. Justicia, castigo y reparación es lo que Chile necesita para los casos de tortura, ejecución política y detenidos desaparecidos, que son crímenes de lesa humanidad. Estoy seguro que somos muchísimas personas de distintos credos, ideologías y universos valóricos que compartimos el deseo de vivir en paz, y que valoraríamos un gesto de arrepentimiento y colaboración efectiva con la Justicia.

Sr. Cardemil, no siga el mal ejemplo de otras ex "altas autoridades" que se hicieron los enfermos imaginarios, que decían no recordar, y jamás asumieron sus acciones u omisiones, dejando un pésimo ejemplo a las nuevas generaciones de militares y civiles. Sea, como lo señala la formalidad republicana de su cargo de Diputado, honorable. Es todo cuanto le pido.

Como escribiera mi padre, citado luego por Sola Sierra: "Revanchismo jamás. Justicia, nada más, pero tampoco nada menos".

Manuel Guerrero Antequera
Concejal

PD: La noticia a partir de la cual le escribo aborda el próximo lanzamiento del libro "Asociación Ilícita", del periodista Mauiricio Weibel, en el que se publican los referidos documentos y archivos. cooperativa.cl

Yo también escribí en LaNación: "Seres para la muerte" (Luego de un nuevo 11.09)

Cada cierto tiempo la muerte ronda en el país, o tal vez jamás se ha retirado del todo, y vuelve a mostrarnos su rostro con la fuerza característica de la violencia: la irreversibilidad. Hace no mucho un obrero forestal murió acribillado por balas de Carabineros, quienes dicen dispararon en defensa propia. Tras el once de septiembre recién pasado murió un cabo de Carabineros luego de recibir una bala en la cabeza. El trabajador forestal tenía apenas 26 años de edad y el cabo solo 34. Rodrigo Cisternas y Cristián Vera. Ambos dejan viudas atrás a cargo de menores de edad que crecerán sin las figuras de sus padres presentes. 

Nuevamente una subametralladora y un revolver, otra vez la lógica del amigo y el enemigo, y la espiral parece que se enciende, y no falta quien, por lado y lado, casi celebra que hayan nuevos mártires. Algunos traerán a colación eso de que “él se lo buscó, en algo andaba” o “eso le pasa por ser paco”. Dos trabajadores caen abatidos por la fuerza de la tecnología puesta al servicio de la neutralización del otro, mientras la mayoría está preocupada de que al fin Chile le gana a Austria jugando al fútbol.

Ser para la muerte de una sociedad que teniendo todos los recursos a mano para desarrollarse y lanzarse a conquistar su felicidad con mayor libertad e igualdad, se extravía en la maravilla de la acumulación y el consumo, mientras la cuota de muertos parece ir al alza. La Moneda es cercada y las mujeres viudas, hermanas e hijas de detenidos desaparecidos son arrestadas en su frontis, no vaya a ser cosa que si acceden más allá de lo que las vallas permiten alteren el orden público y pongan en riesgo la paz social. Hubo políticos dignos que renunciaron por menos que eso, como don Fernando Castillo Velasco a principios de los noventa que dejó su cargo de Intendente por no estar dispuesto a firmar un decreto que prohibiría una marcha junto al Palacio de Gobierno de las agrupaciones de derechos humanos y el Partido Comunista con motivo del 11 de septiembre.

Ser para la vida es lo que debiera guiar la convivencia, el siendo juntos. La confianza y no el temor. Y no cabe duda que el carabinero que disparó, tal como el obrero que protestaba, así como quien baleó al cabo que murió, forman parte de la mayoría pobre y sacrificada del país. Pueblo contra el pueblo, unos de overol y otros de uniforme, vidas que día a día se apagan y cuyas estadísticas no afectan los índices macroeconómicos. Pareciera que sobraran, que están demás, que son desechables.

Esta violencia no es individual, no nos viene transmitida en forma genética. Es social, personas que son suicidadas por su sociedad. Un hijo de ejecutado político lanza su hija pequeña por el balcón en medio de una discusión con su pareja también víctima de la violencia política. Una recién convertida en madre, profesora de danza, muere por septisemia entre sus amigos que la atienden sin conocimientos en una comunidad alternativa que no desea tener contacto con la institucionalidad de la salud oficial porque consideran que es ésta la que los lleva a la muerte. Un obrero dirigente sindical pierde el ojo en una marcha del primero de mayo donde autoproclamados defensores de los trabajadores lo atacan porque consideran que los sindicatos ya no defienden a los trabajadores.

La muerte no se ha ido y nuevos hijos e hijas pierden a los suyos en forma irreversible. "Su muerte no ha sido en vano" dirá alguien en algún discurso. "Es culpa del Gobierno, es culpa de la izquierda, es culpa de la derecha, son los milicos, Bush, es la raza, es el calentamiento global", dirán otros. 

Y esos niños crecerán y muy pocos estarán en condiciones de atravesar el desierto del terror y llegar ilesos a alguna orilla firme, amable y humana. Nuevos hijos se armarán de una subametralladora y un revolver, y usarán algún uniforme, verde, rojo o negro, y empuñarán un arma o levantarán el puño cerrado. Vivirán el don de la vida a puño limpio. Muy pocos serán capaces de mirar el horror al espejo y ver en sus propios rostros a la humanidad dañada, y darse cuenta que son las condiciones sociales imperantes las que nos arrojan a matarnos siendo que todos somos lo mismo, seres que decimos llamarnos humanos. Que difícil asumir que la solución no pasa por la eliminación del otro, sino por la transformación activa y creativa de aquellas condiciones sociales que nos fijan y objetivan como opresores y oprimidos, víctimas y victimarios. Y habrá, como siempre, resistencia para hacer los cambios. 

Lo más fácil, aparentemente, es dotarnos de más armas, de imponer respeto a través de la represión, incrementando la vigilancia, el control, el castigo, la exclusión. Pero no. La violencia, ya sea en su forma institucionalizada o desde el margen, solo genera más violencia. Es un eslabón que se encadena a otro, que se potencia, y termina reventando en las manos de su propio autor. Solo el trabajo social cotidiano, integrador, justo, equitativo y amable permiten revertir lo que causa la violencia. No la represión, tampoco la agudización de las contradicciones. Más humanidad, ¿tan imposible es?

La muerte vuelve a tomar la iniciativa en contra de la palabra, el debate, el argumento, la razón y el corazón digno, que no se rebaja a repetir en su accionar aquello que critica. Y la realidad se torna tan dura que estas palabras que escribo ya creo que comienzan a ser vistas como blandas, amarillas, entregadas, traidoras, enemigas. Pero algunos de quienes conocemos la muerte de cerca no nos cansaremos de insistir aunque sea inconducente: vivamos la vida para vivir y dar vida, nunca quitarla. Con la muerte, inexorablemente y siempre, perdemos todos.

(Publicado en La Nación, edición impresa y digital, el 13 de septiembre 2007)

24 septiembre 2012

Invitada: Escritora Irene Vasco "El conocimiento de nuestra realidad es un requisito para entenderla y modificarla"


Una bella entrevista reciente a la escritora de relatos infantiles Irene Vasco, que aborda historias complejas sobre la violencia en América Latina, la relación entre memoria-recuerdo-presente, historiza la actualidad de los niños/as, para que la puedan comprender y transformar. 

En esta entrevista se abre a contar cómo escribe, el rol del lector imaginario y cómo la escritura es su forma de exorcizar los fantasmas que se le van acumulando en su interior. ¡La recomiendo!
Slds, Manuel.
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La autora platica con CulturaMX sobre su más reciente libro, Mambrú perdió la guerra,editado en México por el FCE

Las anécdotas encuentran a Irene Vasco mientras recorre diferentes poblaciones en Colombia, donde reparte libros a niños, madres y maestros como parte de un programa de formación de lectores. Justo ahí descubre las historias que habitan en las páginas de sus más de 25 libros dirigidos principalmente a jóvenes y niños.

Mambrú perdió la guerra
 es el título de su más reciente trabajo publicado en México por el Fondo de Cultura Económica. En él narra las anécdotas de Emiliano, un pequeño al que el destino sorprende un día en el que, sin mayores explicaciones, lo llevan a vivir a casa de su abuela, donde, en compañía de su perro Mambrú, se enfrenta a un contexto muy propio de América Latina.

“Sencillamente quería retratar a un joven desde diferentes perspectivas”, explica la autora, quien confiesa que también deseaba hacer un homenaje a las mujeres mayores, en especial a su madre, como ejemplo de fortaleza, de sabiduría, de transmisión de la cultura.

Para Irene Vasco, los pueblos latinoamericanos en general y el colombiano en particular, “viven en medio de una guerra permanente desde la época de la Conquista”, guerra de la que ella es testigo. La autora de Conjuro y sortilegios, Paso a paso y Las sombras de la escalera asegura que revisar sus cuadernos de notas sería como “repasar la historia contemporánea y cotidiana de una nación”.

¿Cuál es el origen de la trama en Mambrú perdió la guerra?

Tanto he escuchado, tanto he visto el dolor de las poblaciones vulneradas, que de alguna manera he tenido que exorcizar los fantasmas que se han acumulado. Mi forma de exorcizar es escribiendo, poniendo en orden sentimientos, emociones y vivencias.

El arte, la literatura en particular, me permitió poner en palabras simbólicas lo innombrable. El ejercicio de escribir Mambrú perdió la guerra fue una especie de catarsis después de años y años de estar cerca de las comunidades. Por supuesto, aunque  lo que narro es ficción, se basa en las vivencias de miles de víctimas anónimas. La novela recoge anotaciones de mis bitácoras de viajes y proyectos: una historia por aquí, otra por allá, las lágrimas de una abuela en un pueblo, la alegría de una madre en otra parte…

¿Por qué enfrentar a los jóvenes y niños a textos con temáticas fuertes como la de este libro?

Cuando escribo es porque tengo algo que necesito contar. Pienso que los niños y los jóvenes están bombardeados por noticias sin filtro. A través de una narración ordenada pueden aproximarse a los hechos, hacerse preguntas, buscar respuestas o simplemente plantearse inconscientemente dilemas existenciales, a veces sin respuestas.


Los temas “fuertes” hacen parte del bagaje cultural de la humanidad. Si nos remitimos a los cuentos maravillosos, podemos comprobarlo. ¿Qué más fuerte que el ogro, engañado por Pulgarcito, degollando a sus propias hijas? ¿Qué tal la siniestra habitación de Barba Azul con tantas mujeres muertas colgando de las paredes? En las dimensiones de nuestra historia latinoamericana, ¿qué más desgarrador y violento que la historia de la conquista española y la destrucción y despojo de nuestras civilizaciones, o la importación de esclavos de África, o las guerras civiles con sus millones de muertos? El conocimiento de nuestra realidad desde la infancia es un requisito para entenderla y modificarla.

En el relato, los álbumes fotográficos son de importancia para la relación entre el personaje del joven Emiliano y su abuela, ¿qué valor emocional tienen para usted las fotografías personales?

Una buena forma de iniciarse en recorridos nacionales podría ser “leyendo” los álbumes familiares, donde se encuentran lugares como la estación de tren desaparecida, los primeros aviones, los monumentos de héroes y otros iconos donde las personas solían tomarse las fotos. Tirando de los hilos de estas fotos, la historia de las regiones puede rehacerse y los niños pueden aproximarse al pasado sin sentir que están en una clase aburrida. Ojalá los profesores de sociales utilizaran con más frecuencia este recurso.

Por mi lado, me he dedicado a contarles a mis nietos los hechos familiares. Los álbumes se han convertido en una hora de cuento muy íntima, muy especial. Ver a sus padres cuando eran niños, ver a los abuelos en casas desaparecidas, conocer las calles tranquilas de su caótica ciudad, oír nombres con pronunciaciones extrañas en parajes lejanos, les encanta… y yo lo disfruto enormemente.

¿Cómo se desarrolla el trabajo entre usted y Daniel Rabanal? ¿Cómo lograr conjuntar las ideas de la escritora con las del ilustrador?

Daniel y yo hemos hecho varios libros juntos, en los que hemos tenido que trabajar como equipo. Sin embargo, en Mambrú no tuvimos contacto. Fue una sorpresa para mí cuando supe que él estaba ilustrando mi texto. Daniel se fue de Colombia a Argentina hace dos o tres años y no hemos vuelto a conversar. Voy a buscarlo para que me cuente más sobre la experiencia con mi libro. En todo caso estoy muy agradecida. Daniel hizo un maravilloso trabajo recreando, dando vida, enriqueciendo mi narración.

¿En qué o en quiénes piensa cuando crea los personajes de sus historias?

Usualmente tengo un lector virtual a quien me dirijo. Así puedo establecer un código, una tonalidad. Si escribiera en abstracto, no tendría con quién dialogar. En el caso de Mambrú, les escribía a mis dos nietos, Emiliano y Jerónimo, que tienen ocho años y son grandes lectores. Ya ellos están leyendo el libro que me llegó hace poco. Estoy esperando sus reacciones. Son los mejores jueces.


¿Qué busca provocar en los lectores a través de sus narraciones?

Más que provocar a los lectores, busco liberarme de fantasmas que se me atraviesan y no me dejan en paz hasta que los pongo en el papel. Si atrapo la atención de los niños, despertando emociones y preguntas, siento que logré hacer un buen trabajo. Escribir es eso: comunicarse consigo, comunicarse con los otros.

¿Qué tanto de autobiográfico hay en Mambrú perdió la guerra?

Realmente no he vivido situaciones dramáticas en carne propia a pesar visitar con frecuencia territorios muy violentos, donde los grupos económicos y sus sicarios mantienen a las comunidades aterrorizadas. Oigo lo que me cuentan en voz baja, como misterios que no se pueden revelar. Guardo las palabras, las siento resonar. En este sentido, podría decirse que es autobiográfica la narración. La abuela se parece a mí… hasta cierto punto. ¡Nunca aprendí a montar en bicicleta!

¿Se considera una pionera respecto a las temáticas que aborda en sus libros?


Los hechos violentos en América son referentes permanentes en la literatura para niños, jóvenes y adultos. Las desapariciones de la época de las dictaduras en los países de sur, por ejemplo, son parte fundamental de las colecciones infantiles y juveniles. No hay temas tabú, sólo hay maneras de contar, aproximaciones simbólicas a lo que tanto nos duele en la vida real.

¿Sobre qué nuevos proyectos trabaja?

Quiero continuar con la serie de historia, geografía y cultura de Colombia. Lo he asumido como una responsabilidad que me gusta mucho. Ha sido el trabajo más difícil que he emprendido. Todo lo que no me enseñó la escuela ahora lo voy entendiendo. Mientras recorro lugares extremos del país en un programa llamado Fiesta de la Lectura, promovido por una institución del Estado, hago vínculos entre el pasado y el presente y veo que lo que se vive actualmente es una continuidad que viene desde la Conquista, atraviesa la Colonia y la Independencia hasta nuestros días. La guerra, la posesión de las tierras por unos pocos, la desigualdad, están profundamente arraigadas quién sabe hasta cuándo.

Mientras entrego hermosos álbumes a niños pequeños y a madres comunitarias, reflexiono sobre la participación social que queremos propiciar formando lectores desde la primera infancia. Quisiera escribir sobre estas experiencias y búsquedas. También tengo una historia de una joven cirquera dándome vueltas en la cabeza. Eso sí, me falta tiempo para hacer tanto. ¿A qué hora escriben los otros autores? Si alguien tiene respuestas, aquí las espero…
FUENTE: CulturaMX
Lunes 17 de septiembre de 2012 / Entrevista No. 296
Entrevistada por Jonathan Saldaña 
México / Distrito Federal

23 septiembre 2012

Temita q recomiendo para cerrar este domingo: Green Onions de Booker T & The MG's

A inicios de los años 60 la exploración de estilos musicales se daba en la forma más espontánea que podía haber. Los músicos de estudio, que eran contratados por horas para acompañar a algún artista destacado, pasaban largos ratos a la espera de las distintas tomas de sonido. Provenían del jazz, el rock&roll, de bandas country y algunos del naciente soul. Blancos y negros mezclados, sin mucho que hacer entre grabación y grabación, improvisaban alguna combinación de acordes contagiosos, y los demás, incluso sin conocerse, se animaban y le ponían de lo suyo. La mayor parte de las veces no sucedía nada extraordinario, pero en contadas ocasiones se desataba el milagro.

Este es el caso de "Green Onions" (cebollines). Cuatro músicos que ni siquiera conformaban una banda -el organista Booker T, el guitarrista Steve Cropper, el bajista Lewis Steinberg y batero Al Jackson- trabajaban bajo el contrato del sello independiente Stax en 1962, propiedad del ingeniero Jim Stewart. Grababan el fondo musical en estilo country rockabilly de un jingle comercial de Billy Lee Riley. Mientras la cinta con el tema listo, al sobrar espacio le pidieron a Booker T que tocara algo en el órgano Hammond M1, algún acorde para llenar los espacios vacíos. Al poner la cinta grabada, y luego de escuchar cómo había quedado el comercial, sonaron la secuencia de acordes blusero jazzeros sueltos. Stewart pidió que la volvieran a tocar porque le sonó pegajoso. Los cuatro se pusieron a improvisar sobre esa base y es la forma en que Green Onions vino al mundo (logrando de paso que el sello Stax tuviera su primer single que logró el nro.1, en estilo R&B, en los Estados Unidos).


Lo bello de este tema, además de lo "oreja" que resulta generando un efecto adictivo que te lleva a escucharlo una y otra vez sin descanso, es que la música se vive en forma absolutamente gozosa. La mezcla de estilos en solo un par de minutos, logra una combinación perfecta entre la batería jazzera de Al Jackson que conversa todo el tiempo con el Hammond de Booker T en un lenguaje sensual afroamericano, mientras la guitarra de Cropper es filosa, hiriente, con la actitud propia del rockero blanco, que le grita a la urbe que él también existe, y para ello tiene que despejar y hacerse camino.

No hay un estilo puro con el que uno pueda identificar a este tema -algunos lo consideran la primera pieza instrumental del estilo mod-, y eso es lo encachado. Negros y blancos mezclados en el planeta música tocando como los dioses y disfrutando a concho su propia creación. La raja.

Disco q reflexiono en este domingo: Tears for Fears "The seeds of love"

Este domingo te recomiendo el bellísimo The Seeds Of Love del grupo británico Tears for Fears.

Dado a luz en agosto de 1989, por el carismático duo Roland Orzabal y Curt Smith, acompañados por un conjunto de músicos de primer nivel, se trata de un disco  de pop sofisticado que te hace recorrer distintos estados de ánimo. Los Tears for Fears muestran con este disco que se puede hacer música de ventas sin abandonar la calidad musical y el contenido de las letras.

El disco abre con el intenso Woman in Chains, que asume la temática de género en su letra, y cuenta con una limpia y fuerte batería de Phil Collins, quien antes de dedicarse a su carrera solista mercadera había participado por años como el batero del grupo de jazzrock progresivo Brand X, y desde luego en el Genesis de Peter Gabriel (fíjate en el break de batería entre el minuto 4:36 y 4:40, un clásico de Collins, que es capaz de levantar muertos). Escuchen por favor las líneas del bajo de Pino Palladino y la voz negra de Oleta Adams. La voz masculina de Orzabal hace la reflexión sobre la situación de la mujer amada, que está atada a su Gran Esperanza de Hombre Blanco, que la niega y anula manteniéndola atada, y ella ama pero es incomprendida y se sume en una vida monótona. Y la conclusión es solo una, y Orzabal se atreve a insinuarla hacia el final de la canción, "so free her", déjala libre, déjala Ser... para que seamos juntos, el sol y la luna, the sun and the moon. Algo complejo del amor, pero también su milagro, es que es un gesto libertario, de darse sin poseerse, pura voluntad de mantener el deseo vivo, no es un contrato en el cual cada uno pierda su libertad por un compromiso escrito con sanciones en caso de romperlo (eso es el matrimonio civil), sino un donarse y recibirse libres, cultivando esa libertad. "Vive y deja vivir" nos decía al gran Julio Cortázar:



Sigue el Bad man's song, la canción del hombre malo, que combina un piano jazzero con líneas vocales pop, todo muy bien logrado, ahora con la batería africana parisina de Manu Katché. Orzabal insta a abandonar la defensa de la libertad de expresión si no hay nada que expresar, si no hay espacio para protestar. Libertad de expresión sí, pero para que haya espacio a la diferencia, a la transgresión, a la libertad: "Mírate a ti mismo - mira como mientes / Tus manos comienzan a temblar y no sabes porqué". Si en Woman in Chains se trata de dejar ser libre, ahora es el momento de hacerse libre, de asumir la libertad propia para protestar.



El tema siguiente es el Sowing the Seeds Of Love, que se basa en el Soy una Morsa (I'm The Walrus) del maestro Juanito Lennon de los Beatles. Es una canción homenaje a la estética psicodélica de los sesenta. Es un guiño a esa generación, a retomar el impulso, la iniciativa, la creatividad. Orzabal le canta a quienes se han dejado guiar por Mr. Inglaterra, con Margaret Tatcher en la testera:"es hora que te comas tus palabras / trágate tu orgullo / abre tus ojos". ¡Qué bella manera de comprender la tarea de asumir una tradición! Al contrario de lo que el sentido común piensa, formar parte de una tradición no es repetir el pasado, sino apoyarse en él para dar el salto de tigre por sobre tal pasado al que le corresponde un presente, para sobrepasar lo que hoy tenemos, hacia otra posibilidad de ser. Asumir una tradición es recreación, incluso liberarse de tal tradición, llevándola a su realización más allá de sí misma. Quienes respetamos (e incluso adoramos, hasta cierto punto, a la generación de los 60 por sus procesos libertarios, pacifistas, revolucionarios en lo social, político, estética y pensamiento, no podemos repetir sus fórmulas, pero sí llenarnos del entusiasmo, para ahora hacer nuestro aporte original. Quizá no sea la canción más elaborada del disco, pero emociona el homenaje a Lennon y su generación:



Pero el disco no se detiene ahí, y se recupera con Advice for a Young Heart (Aviso para un joven corazón). Pop directo adolescente del bueno, con cortinas de sintetizadores y coros limpios, hablándole a los jóvenes que no dejen morir su tiempo, que lo vivan intensamente, le den un contenido. Es una balada de esas con las que uno corre el peligro de enviciarse en la melancolía. Bellísima:



Luego Orzabal entra a la crítica social con el tema Standing on the corner of the third world (Parado en la esquina del Tercer Mundo), y Swords and Knives (Espadas y cuchillos). Después de recorrer las maravillas de la vida liviana para un turista de América Latina o el Caribe, el occidental consciente rompe con las promesas de paz que Occidente le vende al Tercer Mundo, la dominación bajo el signo de la caridad. Las presiones de los organismos internacionales sobre nuestras economías que "prestan" esperando el retorno con intereses. ¿Es eso ayuda?, se pregunta Orzabal, parándose en alguna de nuestras esquinas y concluyendo la canción sumido en un llanto de decepción: "Cuándo aprenderemos?/ En qué nos convertiremos? / Las promesas que nos hicieron / Que llamaron nuestra atención / La compasión ahora es moda / Libre para lucrar / Pero nuestros bolsillos arderán / Porque compramos para amar / y así morimos... Afírmame, estoy llorando / Sosténme, que muero". Qué fuerte y lúcido testimonio, de alguien que viene del Primer Mundo, y entregado en formato pop, como caballo de Troya, para que llegue a las mayorías. Genial. Eso se llama lucha por la hegemonía cultural, afectar al sentido común para construir uno distinto, consciente, reflexivo. De pie en una esquina del Tercer Mundo:


Pero,  ¿qué ocurre con los jóvenes que dan la vida pensando que lo hacen por una buena causa? Orzábal entra a este delicado tópico desde la canción Year of the Knife (El año del cuchillo). Es un asunto de decisiones, pero el peligro es que la propia causa se vuelva parte del problema que se pretende resolver, porque lo que está en juego es el amor. Si nos volvemos piedra ("aceramos" "volvemos de acero" decía el filósofo alemán Ernst Jünger), ¿no nos estamos alejando de la causa del amor? Como Mr. Jeckyll y Mr. Hyde, podemos convertirnos en lo opuesto a lo que pretendíamos. "Ves las montañas caer / sientes el fuego volverse frío / el verano pasa a invierno / y el amor se ha vuelto roca". Niños de guerra, cantaba en Chile Hugo Moraga. Ojo con eso: la causa de la emancipación implica estar en pie de lucha, pero ello no debiera implicar perder la dulzura, el goce de lo sencillo, el asombro de estar enamorados de la vida intensamente. De todo lo vivo, y ello implica una visión de la emancipación en que el adversario también se libera. Emancipación no es exterminio del otro, proceso que siempre parte por aniquilarse a sí mismo, volverse de acero. Liberación es actuar, ya en el camino de la lucha, de acuerdo a la sociedad futura que buscamos, más humana, justa y amable. En el camino está ya la meta.



Con Famous Last Words (Las famosas últimas palabras), cierra el disco. Hemos dado muchas batallas, reflexiona Orzabal, qué pasará al día siguiente: "Decaeré / me derretiré en tus brazos / como el día encuentra la noche / nos sentaremos ante un candelabro / Reiremos / cantaremos / cuando los santos entren marchando." La batalla del amor es una lucha, supone cambiar las condiciones externas, que nos marcan, pero también un cuestionamiento y transformación de nosotros en tanto agentes, personas. Los santos entrarán marchando, "when the saints go marching in" -que era el grito de lucha y de amor de la comunidad afroamericana-, si somos capaces de atravesar estos límites, externos e internos, y convertirnos en semilla que siembra amor.



Está en nosotros parar la muerte lenta a la que nos conduce un Mercado ilimitado, que cambia amor por lucro, que moviliza la compasión pero bajo el sello de una  cuenta bancaria, para sacar unas monedas bajo el rostro sonriente del personaje televisivo que se cree Cristo, pero que no solo no está dispuesto a andar en burro, sino que jamás apoyaría un aumento progresivo de los impuestos a quienes tienen más para atender cotidianamente, en programas de largo plazo y permanentes, a personas en situación de pobreza o discapacidad.

Curiosamente un cantante popero como Roland Orzabal en un disco como el que comentamos lo tiene muy claro: el problema del amor es en definitiva un problema político, del ser en común.

Este disco fue pensado, escrito y creado en 1989, año de la caída del Muro de Berlín, del supuesto triunfo del neoliberalismo, que cerró un ciclo de luchas por la emancipación de los trabajadores, en una de sus variantes, la de los "socialismos realmente existentes". Pero la historia no termina ahí, la verdadera batalla, nuestra batalla siempre re-comienza. Que haya caído un sistema que se burocratizó al punto que nadie salió a la calle a defenderlo, o muy pocos para ser justos, no implica que el "capitalismo con rostro humano" o directamente las dictaduras de derecha sean mejores. No. La lucha del amor, de la vida por sobre la cultura de la muerte y del dinero que se creen señores de lo humano y lo divino, permanece y reflexivamente debe retomar el impulso por sobre sus derrotas, aprendiendo de ellas para generar lo nuevo.

Para que llegue el día en que "los santos entren marchando" llenos de Lovepower. El poder del amor. Nunca del dinero.